Las superpotencias y la nueva frontera, el Ártico.

Causó gran alivio en los mercados la tregua alcanzada en la ciudad surcoreana de Busan entre China y los EE.UU. La respuesta china a la guerra arancelaria del presidente Trump, basada en restricciones a la exportación de tierras raras, surtió los efectos deseados, y ambas medidas han sido pospuestas durante un año.

Tras los primeros tres lustros de siglo de colaboración mutua, donde EE.UU. compraba a China sus productos y China financiaba a EE.UU. su déficit público mediante la compra de deuda americana (lo que se debatía de verdad en el G20), entramos en una nueva guerra fría.
Y en la era de la guerra fría cada uno usa sus armas, EE.UU., las restricciones a las exportaciones de los chips más avanzados y los aranceles a la exportación, y China, las restricciones a la exportación de tierras raras, donde son lideres mundiales tanto en la extracción, 60%, como en el procesamiento, 90%.
Por supuesto, esta situación tiene importantes consecuencias económicas y geopolíticas. Entre ellas, destacan los debates sobre Taiwán, Groenlandia y el Ártico.
Mucho hemos leído sobre las apetencias de la República Popular China sobre Taiwán. Parece evidente que además del interés nacionalista, nos encontramos con fuertes intereses económicos debido a la existencia de Taiwan Semiconductor. TSMC produce chips con nodos muy avanzados, incluyendo 5 nm, 4 nm, y hasta 3 nm, empleando tecnologías de litografía extrema ultravioleta. Se calcula que podría producir el 40% mundial de los chips más avanzados. Con ello, no cabe duda de que China cubriría en parte una de sus principales carencias.
Algo hemos escuchado sobre Groenlandia. Sobre todo, de boca del presidente Trump. Y aunque algunos lo consideran bravuconadas, existe en Groenlandia un lobby político, periodístico y ciudadano. Además, de mucha actividad militar, de espionaje y financiera estadounidense. Se buscan posibilidades para encontrar una vía administrativa o legal, que no implique las armas. Acuerdos de asociación al de estilo Puerto Rico o las Islas Marshall.

No podemos olvidar que hay estudios que establecen a Groenlandia como poseedor del 25% de las reservas mundiales de tierras raras. Por ejemplo, en Kvanefjeld (Groenlandia) se encuentra uno de los depósitos más grandes conocidos de tierras raras del mundo. Sin lugar a duda, ayudaría a EE.UU. a cubrir parte de sus carencias, la extracción de tierras raras, aunque debería invertir bastante en tecnología para el procesamiento de las mismas.
Muy relacionado con Groenlandia, pero se habla mucho menos, y podría tener unas consecuencias disruptivas en todos los ámbitos: geopolítica, economía, militar, transporte… es el Ártico.
El principal foro multilateral para la cooperación en el Ártico es el Consejo Ártico, creado en 1996 para promover la coordinación entre los ocho Estados árticos (Canadá, EE.UU., Rusia, Dinamarca/ Groenlandia, Noruega, Islandia, Suecia, Finlandia) junto con la participación de pueblos indígenas. Bajo su paraguas se han firmado acuerdos vinculantes para temas específicos, pero falta un tratado general que regule de forma uniforme los diferentes ámbitos del Ártico (transporte, explotación de recursos, medioambiente, seguridad) al estilo del Tratado Antártico.
Además, falta la resolución completa de disputas de soberanía, delimitación de plataforma continental, zonas marítimas extensas….
Al principio, el Consejo Ártico era un club casi desconocido. Pero, a medida que el Ártico ganaba protagonismo por el cambio climático, se convirtió en un lugar donde ministros de Asuntos Exteriores, como Hillary Clinton o Serguéi Lavrov, se sentaban a la misma mesa. Había muchos proyectos, con más de 430 de ellos conjuntos solo entre Rusia y Estados Unidos. Todo cambió con la invasión de Ucrania. La cooperación en el Consejo Ártico se detuvo, dividiendo a los países árticos occidentales de Rusia.
Rusia representa más de la mitad del Ártico, con 24.000 km de costa, un 53% del total. Ahora, con la adhesión de Finlandia y Suecia, todos los países árticos occidentales están en la OTAN. Por otro lado, Moscú ha fortalecido su colaboración con China en áreas como energía, logística y militar que incluyen al Ártico. Ha habido varios ejercicios navales combinados entre Rusia y China en los últimos años. Un lugar que era símbolo de cooperación, ahora tiene un riesgo de conflicto grande .Se estima que alrededor del 30% de los recursos naturales sin explotar del planeta se encuentran en el Ártico. Petróleo, gas, minerales, tierras raras…
Todo ello hay que entenderlo en un contexto de subidas de la temperatura media de la tierra y desarrollo tecnológico, lo que va a afectar a todos los ámbitos: transporte, militar, minería, pesca, agricultura….
Uno de los principales cambios ocurrirá en el transporte, aunque las nuevas rutas comerciales aún están en una etapa embrionaria, con bajo tránsito y no valen para todos los productos. Pero esto podría acelerarse, dependiendo de cómo evolucionen los otros nudos del comercio marítimo. Depende mucho de la seguridad global. Lo que sucede en Oriente Medio donde están Suez y Ormuz, en América del Sur/Central, donde está el canal de Panamá, o en Asia, en el estrecho de Malaca, que son las rutas comerciales claves.

Existen dos rutas desarrolladas, aunque estacionales y exigen buques de alta tecnología, Northern Sea Route (NSR) y Northwest Passage (NWP). Y una potencial, que cruzaría el Océano Ártico más directamente, cerca del Polo Norte, conectando Atlántico y Pacífico, Transpolar Sea Route (TSR), que pasa por zonas de mar abierto fuera de las zonas costeras nacionales, lo que plantea menores restricciones de aguas nacionales.
Está claro que China, que ya controla el 90% del transporte marítimo global, tiene un enorme interés en el Paso del Noreste, ruta marítima que bordea la costa rusa, conectando el Océano Atlántico con el Océano Pacífico a través del Ártico. Y a medio plazo, se está trabajando en el Paso Transpolar (que ahora es limitado y estacional), que reducirá casi en dos tercios el tiempo y el coste del paso tradicional por Suez.

En el ártico canadiense hay una creciente tensión porque Washington tiene un claro interés en ese paso, que evitaría el estrecho de Panamá. Pero EEUU no reconoce el Paso del Noroeste como un paso canadiense nacional, sino que lo reclama como internacional, al igual que los chinos.
El Ártico representó gran parte del interés de China para negociar el famoso acuerdo de «amistad sin límites» que firmaron Putin y Xi Jinping antes de la guerra. China tiene una agenda ártica muy fuerte. Es el mismo enfoque que tienen en África. Proporcionan tecnología, logística, etc. y obtienen petróleo y gas barato, al tiempo que incrementan su huella con misiones científicas bajo sospecha, como la operación Dragón Blanco. Está invirtiendo en buques rompehielos nucleares y más barcos para su flota ártica.
Esta nueva frontera incluso puede crear fricciones entre aliados. Ya hemos visto como el tema de Groenlandia enfrenta a EE.UU. y Dinamarca, y también como la consideración de paso internacional o nacional en el Ártico canadiense genera tensiones entre los dos países norteamericanos. Otro problema es que Canadá está dispuesta a trabajar con China en la explotación minera (el 40% de Canadá es Ártico) porque es muy difícil operar allí y necesitan ayuda. Tuvieron muchos proyectos con Estados Unidos que están parados ante las nuevas políticas de la administración Trump.
China no solo se ha colado en proyectos con los canadienses, si no, principalmente con los rusos. La gran duda es si las grandes empresas estadounidenses, que se habían retirado por las sanciones por la guerra en Ucrania, regresan al Ártico ruso para el desarrollo conjunto de proyectos que necesitan del know-how, tecnologías de extracción y la investigación sísmica norteamericana, especialmente para implementar nuevas áreas en la parte oriental, en Yacutia. Por esa retirada, Rusia acudió a China, que está dispuesta a ayudar de manera decidida. Un ejemplo son las estructuras de GNL en Múrmansk, LNG 1 y LNG 2, proyectos enormes destinados a exportar gas a Europa. Otro ejemplo es el puerto de la ciudad ártica de Sabetta, en la península de Yamal, casi totalmente financiado por China.

Como comentábamos, todo ello está relacionado con la subida de la temperatura media de la tierra y el desarrollo tecnológico. Consecuencia de ello las tierras agrícolas están creciendo, tanto en la región del Volga, como en los Urales y Siberia. Hay enormes bancos de peces que se están desplazando cada vez más al norte en busca de aguas más frías. Una parte significativa del pescado que se consume en Estados Unidos proviene del Ártico, y lo mismo ocurre en Europa. Existe una moratoria para no pescar en las aguas internacionales en el Ártico, pero nadie sabe qué podría pasar ante un nuevo mar tan rico en recursos.
Otra consecuencia de ello es que esa frontera, incluso durante la Guerra Fría, estaba defendida por la naturaleza, por el hielo y el clima hostil. Ahora es vulnerable. Y es donde se encuentran las mayores reservas no explotadas de petróleo y gas. Esto para Moscú es un arma de doble filo: su enorme frontera es vulnerable, pero, por primera vez en su historia, Rusia tiene un mar inmensamente estratégico que conecta temporalmente el Atlántico y el Pacífico.
Respecto al terreno militar, no cabe duda de que el Ártico se va a militarizar. Rusia tiene una enorme presencia, bases aéreas y terrestres operativas, radares, rompehielos nucleares, misiles nucleares. También se está profundizando la cooperación militar entre Moscú y Pekín, con nuevas tecnologías como radares o probando la alternativa china al GPS. Estados Unidos todavía está lejos de este nivel de militarización, aunque ahora estén invirtiendo en buques rompehielos. La estrategia norteamericana para dominar el Ártico está ganando impulso. Quieren ganar posiciones para recuperar el tiempo perdido. Además de la base de Thule, el Pentágono planea construir dos bases más en Groenlandia, que controla militarmente desde hace 50 años. Canadá destinará al Ártico prácticamente todos los nuevos fondos comprometidos con la OTAN para alcanzar el 5% del PIB de gasto en defensa. Por todas estas razones, en nuestra opinión, en los próximos años deberíamos estar muy atentos a todos los cambios que afecten a esta zona y sus implicaciones geopolíticas y económicas en las relaciones entre las dos superpotencias, China y Estados Unidos.

Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!