“ El futuro no es lo que nos pasará sino lo que haremos” Henri Bergson

Fuente: Bloomberg

¿Quién iba a esperar esto en un único año? Esta puede ser la pregunta del año que dejamos atrás. Ahora bien, a nadie le ha sorprendido. La caída de los bonos tenía que llegar por el efecto tipos, duración, convexidad y spread y esto mismo arrastra a las empresas de crecimiento que cotizaban la perfección. La subida de tipos genera mayor tasa de descuento, menor valor actual de las empresas descontando flujos, crecimientos menores y coste de oportunidad. Este coste es importante para muchos activos como el oro por ejemplo.

Este año queremos escribir una nota tratando de explicar cómo hemos llegado hasta aquí, qué ha pasado y lo más importante qué podemos esperar el año 2023.

El comienzo de 2023 es posible que traiga:

– Revisiones de beneficios a la baja. Tras el “derating” vendrá la caída de beneficios. El primero se produjo por la subida de tipos, el segundo por la caída en márgenes. La capitulación en las estimaciones de beneficios que lleva esperando es posible que llegue en el 2Q, liderada por el apalancamiento operativo negativo en las compañías y el deterioro de sus márgenes.

– El mayor componente de merma de los márgenes es la subida salarial, junto con la subida de los tipos de interés y los impuestos. Los sueldos subirán en Europa y en Estados Unidos en una horquilla entre el 3% y el 5% en 2023. Este nivel evitará la retroalimentación de la inflación y los efectos de segunda ronda.

– La prima de riesgo se incrementará. Respecto al comportamiento operativo de las compañías, teniendo en cuenta que los márgenes a nivel global están en pico y que los datos macro están empeorando (como la drástica caída del ISM de servicios ), la eficiencia operativa se convierte en clave.

– El “value” seguirá haciéndolo mejor que el “growth” y creemos que habrá una corrección adicional. Esperamos que esta tendencia continue pues llevábamos muchos años con mejor comportamiento del estilo crecimiento.

– Recesión de economías desarrolladas. Las recesiones técnicas en Estados Unidos y en Europa deprimirán la demanda de materias primas. Reino Unido sufrirá una recesión mayor por su abultado déficit, menor productividad y los efectos retardados del Brexit.

– Fuerte incremento del VIX tras una relajación inicial de la volatilidad. Recomendamos gestionar el riesgo y cubrir las carteras.

– Mejor comportamiento de la gestión activa que pasiva.

– Posicionarse en “value” defensivo e ir cambiando a “value” cíclico

– Mejor Europa que USA. Explicamos por qué.

– Neutrales en Emergentes a comienzos de año con sesgo a sobreponderar en la segunda parte. El diferencial de crecimiento de economías emergentes frente a desarrollados favorece a EM. Los gobiernos en EM están bastante saneados, los balances externos han mejorado, sus mercados y sus monedas está cotizando a niveles de crisis y las estimaciones de beneficios ya han corregido mucho sin embargo se verán perjudicados por el encarecimiento de la deuda en dólares, la debilidad de los precios de las materias primas y el impacto de los alimentos en el poder de compra de los consumidores.

Fue el economista de Stanford Ronald Mc Kinnon quien introdujo el término represión financiera para referirse a las consecuencias de mantener los tipos de interés por debajo de los niveles de inflación.

En una represión financiera hay una transferencia de valor del ahorrador al deudor, los bancos se vuelven adversos al riesgo y prefieren prestar a Estados y compañías grandes, más que a pequeños negocios. Quizá esta represión financiera tenga su origen en China.

La represión financiera en China ha llevado a su economía a depender de la inversión poco productiva. Significa mas del 50% del PIB, porcentaje que ninguna otra nación ha alcanzado en la historia de la humanidad relegando al consumo y generando burbujas de activos. Sólo Japón se le acercó en los años ochenta con un peso del 35%

“The biggest problema with China´s economy is that the growth is Unestable, Unbalanced, Uncoordinated and Unsustainable” Wen Jiabao 2007”.

Entre 1945 y 1980 los tipos de interés en Estados Unidos y en Inglaterra en términos reales tras la inflación fueron del -3,5% lo que significó un subsidio a los distintos gobiernos de aproximadamente una quinta parte de los ingresos. Gracias a esta represión financiera la deuda pública en relación al PIB cayó cerca de tres cuartas partes. 

“ Interest rate are to the value of assets what gravity is to matter” Warren Buffet

Sin embargo, la represión financiera que hemos visto tras la crisis financiera del 2008, lejos de reducir la deuda la ha incentivado. Se ha incrementado considerablemente. La Administración de Trump en 2019 llegó al récord de déficit público. Solo Alemania mantuvo la disciplina. Del año 2007 al 2018 la Deuda Pública americana se incrementó un 40% aunque el servicio de la misma se mantuvo en el 2%. El gran problema ahora es que la renovación de deuda incrementará su coste. En Japón desde el año 2000 al 2018 la deuda pública dobló hasta el 250% pero el coste se mantuvo por debajo del 2%. En 2020 la Deuda Pública americana superaba los niveles de 1945. En Inglaterra cada 1% de subida de los tipos de interés le supondrá un coste del 0,8% del PIB al Gobierno británico.

La consecuencia ha sido una especie de crowding out. Más Estado y menos Mercado. Llevado al extremo incluso el Banco Central de Japón es el máximo accionista de muchas compañías.

“The liquidity gives us these crazy booms, which have many problems as well as virtues” Charlie Munger.

A lo largo de este siglo hemos asistido a distintas fases de liquidez global. A comienzos de siglo asistimos tras la crisis de los tigres asiáticos a una burbuja del crédito. Como comentábamos a principio del escrito la liquidez hay que vigilarla muy de cerca.

Hasta ahora ha habido dinero para todo y se ha terminado trasladando a activos ilíquidos. El “private equity” levantó más capital que nunca, las “small cap” se comportaron muy bien, empresas endeudadas batían al mercado y las “start up” volaban. Había dinero para todo. Ahora la liquidez vale mucho dinero. Se están retirando estímulos monetarios y se mantienen los fiscales. Con la deuda soberana de muchos países desbocada hay que volver a la senda de la estabilidad presupuestaria. El crecimiento nominal ayuda a diluir la deuda, pero su coste se encarecerá y la capacidad recaudatoria si hay estanflación se resentirá. Los responsables de las políticas fiscales enfrentan una decisión difícil. En presencia de un shock negativo persistente del lado de la oferta, aumentar las transferencias o reducir los impuestos no es óptimo, porque impide que la demanda privada caiga en respuesta a la reducción de la oferta.

El cuadro que adjuntamos recoge muy bien lo que se produciría en un cambio de década y que se retrasó por el Covid

Todo esto ha llevado a una polarización del mundo. Hay una crisis global con Estados Unidos dividido, manifestaciones en Francia, revueltas en Brasil como consecuencia de una  caída de rentas medias. Hay muchos factores que influyen, pero sin duda además de la tecnología se deba a la difícil sostenibilidad del Estado del Bienestar y a la necesidad de que más ciudadanos estén bajo su amparo.

La política monetaria tarda en actuar sobre la economía entre 6 y 18 meses, por lo que será a principios de 2023 cuando puedan evaluarse las consecuencias de las subidas de tipos ya aplicadas y también de la reducción del balance en el caso de la Fed.

Poniendo la mirada en el próximo año, la inflación seguirá estando en el foco de los mercados y agentes económicos. Su evolución condicionará la acción de los bancos centrales, afectando la intensidad y la duración del actual ciclo de moderación del crecimiento.

Una inflación algo superior a la deseable será mejor que una inflación inexistente como la que hemos padecido durante los últimos años, que llevó a la aplicación de un monetarismo extremo, con tipos en cero o incluso negativos y programas de compras de bonos que distorsionaban la libre formación de precios de los activos, creando burbujas de valoración en bonos e inmobiliario y favoreciendo la aparición de activos financieros preocupantemente especulativos, como las criptomonedas. Son las contraindicaciones de un mercado con precios intervenidos.

Habíamos entrado en la madre de todas las burbujas al comenzar el año. Burbuja de activos, de acciones, de bonos, de inmobiliario, de riqueza global, de criptodivisas, de arte, de bienes de lujo. La ya famosa cifra de que más de 18 trillones de bonos llegaron a tener una yield inferior a 0. El mantra era conocido como el YOLO: You Only Live One. Hasta cierto punto lo ocurrido en 2022 puede tener explicación.

La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que “un tercio de la economía mundial” entre en recesión en 2023. En declaraciones al programa de noticias Face the Nation de la CBS, Kristalina Georgieva afirmó que espera que este año sea “más duro” que el anterior, dado que tanto Europa como Estados Unidos y China están sufriendo una desaceleración de sus economías. Georgieva advirtió de que es probable que China iguale o se rezague del crecimiento mundial por primera vez en 40 años, ya que las infecciones por Covid-19 aumentan tras la relajación de su estricta política de “Covid cero”. En octubre, el FMI recortó su previsión de crecimiento económico mundial para 2023 al 2,7% frente a una previsión del 2,9% en julio. El FMI advirtió de que la inflación crónica, la subida de tipos de interés y la crisis ucraniana aumentan las posibilidades de recesión.

Sin embargo, los países del sudeste asiático serán probablemente de los que mejor se comporten en términos de crecimiento económico durante el presente ejercicio. En primer lugar, porque son países en los que la eliminación completa de restricciones relacionadas con la pandemia se ha producido de forma relativamente reciente y eso hace que todavía a día de hoy tengan un cierto margen de recuperación “post-virus”. En segundo lugar, porque este grupo de economías va a poder disfrutar de una orientación de política monetaria menos restrictiva que la que vamos a “sufrir” en EE. UU. y en Europa, lo cual les permitirá crecer más cerca de un potencial que ya de por sí es bastante más elevado que el del promedio del mundo desarrollado.

La inflación inusual e inesperadamente alta ha sido uno de los temas más analizados y discutidos en 2022. Sus efectos son ya visibles: la pérdida del poder adquisitivo, que ha aumentado el malestar social y el riesgo de inestabilidad política, el agresivo endurecimiento de las condiciones monetarias, la incertidumbre sobre la evolución de los costes económicos, la volatilidad financiera, y la ralentización de la actividad.

Valoraciones

Source: Refinitiv

En el año 2022 asistimos a una contracción de múltiplo en la mayoría de los índices por segundo año consecutivo. Ahora debemos afrontar la revisión de los beneficios empresariales:

En el frente corporativo los beneficios empresariales, según Bloomberg, se han revisado ya sustancialmente a la baja anticipando la moderación de la demanda y el estrechamiento de los márgenes. A futuro el BPA estimado para el S&P 500 avanzará aproximadamente un +5,5,0% a/a en 2023 y +4,4% en 2024. Nosotros creemos que los beneficios no crecerán este año. La mejora en las condiciones financieras que estamos viendo recientemente, en forma de diferenciales más estrechos, menores yields, renta variable más alta, es inconsistente con lo que Fed quiere conseguir: y si hay que poner remedio, y hay que tensionar un poco más esas condiciones financieras, eso no es positivo para los activos de riesgo. Además, queremos profundizar en los márgenes empresariales.

Los analistas pesimistas tienden a pensar que la desfavorable combinación crecimiento-inflación debe conducir a un descenso de los beneficios empresariales. La mayoría de los analistas optimistas, sin embargo, apenas han ajustado sus previsiones para 2023. Para el índice S&P 500, el consenso sigue situándose en 230 $ por acción, lo que representaría un crecimiento del 5 % con respecto a los beneficios de 2022.

La realidad es que las expectativas de beneficios comienzan a mostrar divergencias en diferentes economías, lo que permite a los inversores aprovechar oportunidades siendo selectivos. A nivel regional, estamos sobreponderados tácticamente en Europa frente a EEUU. Hay más posibilidades de que se produzca una expansión del múltiplo. Europa cotiza a PER 11,7x vs media histórica de 14,5x. EEUU cotiza a PER 16,7x vs media histórica de 16,5x . La confianza está muy deprimida en Europa por la guerra y la crisis energética. Y un entorno de tipos más altos es más complicado que se comporten mejor las regiones orientadas al “Growth” como EEUU y Emergentes. Europa Value es una temática de inversión a unos precios muy razonables en relativo a otras temáticas de inversión e índices.

“Comprar value es comprar valor intrinseco, comprar growth es comprar valor residual. El primero depende menos de la duración y de la volatilidad, el segundo depende mucho del valor temporal”

La subida de los tipos de interés ha sacudido los mercados. El ratio precio/beneficios ajustada cíclicamente del S&P 500 ha caído de 39 en diciembre de 2021, el segundo pico más alto de la historia, a un mínimo reciente de 27. Esta cifra sigue estando muy por encima de la media a largo plazo de 17veces lo que es un paso hacia la realidad. Los mercados también se han vuelto más volátiles y algunos activos especulativos han sufrido fuertes caídas. El bitcoin ha bajado de un máximo de 69.000 dólares el año pasado a 17.000 dólares. Nunca ha sido un medio de pago útil.

Creemos que todavía quedan revisiones a la baja  de beneficios aunque ya en 2022 asistimos a varias:

La importancia de los márgenes empresariales

Realmente los márgenes siguen en el nivel más alto de los últimos 20 años: el 12m forward margen EBIT del MSCI 16.5% actual está por encima del pico pre covid de 15.2% y del 13.3% medio de las dos últimas décadas.

La caída de márgenes se debe a la subida de los costes de producción, los costes financieros y subida de impuestos, pero el efecto más importante lo tendrá la subida de salarios. Una serie de factores seguirá alimentando los precios el año que viene. Probablemente, el más importante será el dinamismo de los mercados laborales, particularmente en Estados Unidos, pero también en la eurozona y otras economías, que posibilitará subidas salariales importantes en términos nominales, aunque negativas en términos reales. Pese a la política monetaria contraccionista y la moderación de la actividad, la oferta laboral podría seguir relativamente limitada; en muchos países, la población económicamente activa seguiría relativamente acotada, debido al aumento de las jubilaciones y los limitados flujos migratorios durante la pandemia. Muchos indicadores sugieren que, ante un escenario de escasez potencialmente estructural, de mano de obra, muchas empresas se resistirán a recortar su fuerza laboral. A su vez, la relativa resistencia de los mercados laborales seguirá apoyando el consumo privado, facilitando el traslado de los mayores costes de producción a los precios finales. La mayoría de las empresas tecnológicas grandes defenderán sus márgenes despidiendo gente pero eso no ocurrirá con empresas medianas por el efecto de la jubilación del boom del baby boom.

No está claro que el deterioro del outlook macro esté descontado en los beneficios, las estimaciones para 2024 es verdad que han caído un 7% durante los últimos 6 meses, pero esto puede explicarse fácilmente por el USD fuerte. Los beneficios para 2023 se espera que suban un 4,5% vs 2022, lo que les parece demasiado optimista.

Analizando los últimos 150 años, el BPA corrige de media en las recesiones un 17%, aunque ha habido bastante dispersión. Es verdad que los periodos inflacionistas registran caídas menores, pero también es cierto que ahora partimos de unos niveles de márgenes que están muy arriba ya con lo que la vulnerabilidad es mayor. Recordemos que el PIB se publica en términos reales y los beneficios en términos nominales.

Un factor que no debemos olvidar es la existencia de un gran número de empresas zombi que se han mantenido gracias a la financiación barata y el nivel de tipos de interés. De acuerdo con un estudio del Banco de Pagos Internacionales publicado en 2018 en porcentaje de empresas zombi en catorce países de la OCDE pasó del 1% en 1990 al 12% en 2015. Una empresa zombi es aquella en que cuando suben los tipos el beneficio operativo no es suficiente para pagar el coste de la deuda.

La Fed está preocupada porque la inflación no esté corrigiendo lo suficiente: fue muy significativo el hecho de que no hubiera mención alguna a la caída reciente en la cifra de CPI, y eso es porque la disminución vino por el lado de bienes, pero no por el de servicios (core services aceleró desde 6.7% a 6.8% de hecho). Y es que hay una conexión muy estrecha entre el sector servicios y el coste laboral (el mayor coste para el sector servicios es el laboral), con lo que conforme la inflación en servicios sube, la inflación en salarios también y eso es un problema.

Entre las proyecciones de la Fed sigue estando una tasa de desempleo demasiado optimista, aunque la han subido desde el 4.4% hasta el 4.6% tanto para 2023 como 2024. Probablemente el mercado laboral tenga que sufrir bastante más para conseguir frenar los salarios y así la inflación en general.

La idea de que el movimiento de la bolsa en el primer mes del año, en particular el S&P 500, puede predecir la tendencia probable para los 11 meses restantes. Se propuso por primera vez a principios de la década de 1970 y se ha probado con cierto éxito mediante estudios que analizan 70 años de rendimientos del mercado. La suposición es que un mes a la baja en enero indicará rendimientos negativos o planos el resto del año, mientras que una ganancia señalaría un año positivo para las acciones. Sin embargo, dado que los años negativos son relativamente infrecuentes, la fiabilidad de cualquier hallazgo puede resultar cuestionable, y la investigación ha mostrado unos 20 falsos negativos y positivos desde 1940.

Aunque el mercado británico se ha comportado mejor que la mayoría este año, debido en parte a su composición sectorial (la mayor parte de los beneficios de las empresas de gran capitalización se obtiene fuera del Reino Unido), sigue estando relativamente barato: el PER previsto está alrededor de un 25% por debajo de las medidas a largo plazo y casi un 50% más bajo que en EE.UU. El índice FTSE 100 de valores de gran capitalización sigue siendo eminentemente una apuesta por la economía mundial y un beneficiario de la debilidad de la libra, mientras que los valores de pequeña y mediana capitalización suelen estar más expuestos a la economía interna. Estos últimos no gozan del favor del mercado y podrían beneficiarse de cualquier sorpresa positiva en el plano económico.

Creemos que en 2023 hay que respetar la prelación del Balance. Comenzar con renta fija y luego el resto de los activos:

Los bienes se han comportado bastante peor que los servicios. Una sorpresa podría ser que el sector de consumo discrecional tras muy mal año lo hiciera muy bien en 2023.

Como comentábamos en el comienzo del escrito, seguimos opinando que no ha llegado el momento para sobreponderar  emergentes, los riesgos e incertidumbres todavía son elevadas. El índice MSCI Emergentes retrocede -20,1% en 2022 vs -16,3% para el MSCI World. La macro no es atractiva: el debilitamiento del entorno global les afecta con mayor intensidad que a las economías desarrolladas, los flujos de capital siguen siendo desfavorables, el coste de la deuda ha aumentado más que en los países desarrollados y, el apoyo mediante políticas fiscales es escaso. No obstante dependerá mucho de lo que haga el dólar.

Las convulsiones de los tres últimos años han afectado a todos los países, pero han golpeado con especial dureza a las naciones emergentes y en desarrollo. Como resultado, según el informe Perspectivas Económicas Mundiales 2023 que acaba de publicar el Banco Mundial, la convergencia de los ingresos medios entre países pobres y ricos se ha estancado. Y lo que es peor, es posible que no se recupere pronto, dados los daños que ya se han producido y que probablemente persistan en los próximos años.

Para finales de 2024, se prevé que los niveles de Producto Interior Bruto de las economías emergentes y en desarrollo sean un 6% inferiores a los previstos antes de la pandemia. La pérdida acumulada en el PIB de estos países entre 2020 y 2024 se prevé que ascienda al 30% del PIB de 2019. En las zonas frágiles y afectadas por conflictos, se espera que los ingresos reales per cápita hayan caído drásticamente en 2024. Si la economía mundial se ralentiza más de lo previsto, como consecuencia de una política monetaria restrictiva y quizás de otros trastornos, estos resultados podrían ser fácilmente peores.

Las acciones chinas han tenido un rendimiento inferior al de sus pares mundiales este año, y el índice de referencia CSI 300 cae cerca de un 35% tras contabilizar la depreciación del yuan chino. Ello se debe en gran parte a la política de Xi de Covid cero, que ha provocado largos confinamientos de ciudades como Shanghái y Shenzhen, en un momento en que el resto del mundo ha aprendido a convivir con el virus. Estos trastornos han agravado las consecuencias de la drástica desaceleración de los sectores inmobiliario y tecnológico, fundamentales para el rápido crecimiento económico de China.

Cálculos de FT muestran que las compras netas de acciones cotizadas en Shanghái y Shenzhen el año pasado han sido casi nulas, lo que las sitúa camino de su peor año desde que hay registros. La decisión de Xi de marginar a candidatos favorables al mercado como la estrella emergente Hu Chunhua en el Comité Permanente del Politburó ha supuesto un nuevo golpe.

No obstante, el cambio de política de Covid 0 como indicábamos anteriormente puede traer sorpresas positivas a países exportadores:

La globalización tampoco ha muerto. De hecho, fuera de EEUU, donde las quejas sobre el comercio injusto se han convertido casi en epidemia, la mayoría de los países entienden que necesitan un comercio boyante para prosperar. El FMI prevé que el volumen del comercio mundial de bienes y servicios aumente un 4,3% este año. Curiosamente, este crecimiento es más rápido que el 2,9% del comercio de bienes: el comercio de servicios está tomando la delantera. En 2021, el volumen del comercio de bienes y servicios creció un 10,1% y el de bienes un 10,8%. Mientras tanto, se prevé que el producto interior bruto mundial crezca sólo un 3,2% en 2022, lo que contrasta con el 6% en 2021.

El efecto de la velocidad monetaria en la inflación.

Dado que la velocidad monetaria es tan importante como la oferta monetaria, vale la pena analizar rápidamente qué es la velocidad y cuáles son sus tendencias.

Esta teoría, establece una relación entre la cantidad de dinero y las variables reales de la economía. La expresión básica de la ecuación cuantitativa es la siguiente:

M x V = P x Y

Donde:

“M”: la cantidad de dinero (M1, M2, M3 o M4).

“V”: la velocidad de circulación del dinero.

“P”: el índice de precios (medido por el IPC o por el deflactor del PIB).

“Y”: el producto o renta nacional en términos reales (medido por el PIB real).

Este avance lo recoge Irving Fisher (1867-1947) en su fórmula: P*Q = M*V, en la que M (masa monetaria), precios (P), transacciones de bienes y servicios (T) y velocidad de circulación del dinero (V) quedan relacionadas.

Irving Fisher es reconocido como uno de los grandes economistas estadounidenses de la primera mitad del siglo XX. Entre sus campos de trabajo destacan el de la teoría monetaria, el de los ciclos económicos y el de las políticas estabilizadoras. Difundió ideas de la economía neoclásicas en Estados Unidos.

El efecto Fisher es el ajuste perfecto del tipo de interés a la tasa de inflación. La relación entre el dinero, la inflación y los tipos de interés se denomina así por Irving Fisher, economista que estudió por primera vez esta relación. Pero ¿qué nos muestra el efecto Fisher? La base se encuentra en la teoría cuantitativa del dinero que relaciona la cantidad de dinero en circulación con el nivel general de precios.

Los factores determinantes y la consiguiente estabilidad de la velocidad del dinero es un tema de controversia entre y dentro de las escuelas de pensamiento económico. Los partidarios de la teoría cuantitativa del dinero han tendido a creer que, en ausencia de inflación o deflación expectativas, la velocidad será tecnológicamente determinada y estable, y que esas expectativas no será generalmente surgir sin una señal de que los precios en general han cambiado o cambiarán. Esta opinión ha sido desacreditada por la caída en picado de la velocidad de los japoneses («década perdida») y el mundo («Gran Recesión») y su secuela de 2008-10. Las autoridades monetarias emprendieron una expansión masiva de las fuentes de dinero, pero en lugar de levantar el PIB nominal según lo predicho por la teoría, la velocidad se redujo y el PIB nominal se mantuvo relativamente sin cambios.

La velocidad es el PIB nominal dividido por la base monetaria (Q/M). La velocidad mide la disposición de las personas a tener efectivo o la frecuencia con la que se entrega el efectivo. Una velocidad más baja significa que las personas acumulan efectivo, lo que generalmente ocurre durante períodos de debilidad económica y estrés crediticio. En contraste, como vemos hoy, una mayor velocidad tiende a resultar cuando las personas evitan tener efectivo. La inflación es una buena razón para gastar efectivo hoy en lugar de ver disminuir su poder adquisitivo con el tiempo. La Fed controla directamente la oferta monetaria pero solo influye en la velocidad.

El siguiente gráfico muestra que la oferta monetaria (M2) y la velocidad a menudo se compensan entre sí. Así se mantiene la inflación domesticada.

Sin embargo, la velocidad puede aumentar más de lo que cae la oferta monetaria y alimentar la inflación. Este fue el caso durante las dos últimas instancias de alta inflación (mediados de los 70 y finales de los 70 -principios de los 80). Mientras todos observan los depósitos bancarios y la oferta monetaria en busca de pistas sobre la inflación, le recomendamos que también realice un seguimiento de la velocidad.

Distribución sectorial

En 2023 empezamos el año positivos en 3 sectores, dos cíclicos, Bancos y Energía, y uno defensivo, Salud.

Bancos

Después de muchos años de olvido, el sector financiero parece que será uno de los grandes beneficiados en 2023. Los motivos por los que estamos positivos en el sector financiero, fundamentalmente el europeo, son los siguientes:

Valoración: El comportamiento del sector financiero relativo al resto del mercado es aberrante. Ester argumento se ha utilizado mucho en el pasado, pero lo que ha cambiado es que se espera crecimiento de beneficios para el sector.

El sector cotiza muy barato para el crecimiento que estima el consenso, por lo que esperamos que el sector se revalorice a lo largo del año cuando los resultados vayan confirmando el crecimiento estimado.

Tipos positivos: Con las subidas de tipos del BCE del año pasado parece que los tipos negativos son historia, y no volveremos en el medio plazo. La subida de tipos es el principal motor de crecimiento de los ingresos de los bancos. Los bancos ya están aumentando los ingresos por la subida, mientras que todavía disponen de liquidez y no necesitan aumentar la remuneración de su pasivo. Esto se traduce en unos márgenes de intereses mayor, que el mayor contribuidor en el crecimiento del beneficio:

Aumento de retorno de capital: El capital de los bancos está en su nivel más alto de los últimos años, esto unido al aumento de beneficios que se espera para los próximos años va a permitir a los bancos devolver capital a los accionistas en forma de dividendo y de recompra de acciones. El retorno de los bancos va a doblar el retorno medio de los últimos años.

Energía:

El sector de energía ha sido el mejor sector durante 2022, y tenemos convicción de que continuara teniendo un buen comportamiento durante 2023. Aunque para 2023 se espera que los beneficios caigan, creemos que el sector cotiza a múltiplos muy bajos para el crecimiento y los riesgos que presenta.

Aumento de demanda: En 2022 la demanda de crudo aumentó en 2,2 millones de barriles dia (mbd). Con la reapertura China (que el año pasado redujo su consumo en 0,5 mbd) se espera que el país asiático vuelva a contribuir al crecimiento de demanda en 2023, que Goldman Sachs espera sea de 2,7 mbd. Este aumento de la demanda unido a la intención de la OPEP+ de mantener el precio alto recortando producción presenta un buen escenario para el sector energético.

Margen de refino: Durante 2022 el margen de refino se disparó hasta casi triplicar el margen medio de los últimos años. Aunque el margen se espera que baje en 2023 los analistas esperan que se sitúe un 50% por encima del nivel normal.

Retorno al accionista: Las petroleras europeas cotizan muy baratas en todas las métricas, pero fundamentalmente en valoración y FCF. Las petroleras cotizan a mínimos históricos en FCF y esperamos que parte de ese capital se devuelva al accionista.

Salud

El sector salud a diferencia de los anteriores lo incluimos no por valoración, sino por ser un sector defensivo con unos beneficios que suelen ser muy estables y que crece por encima del mercado. La defensa de los márgenes es más factible.

El sector, aunque no está barato frente al resto del mercado, sí que lo está frente a su media histórica.

Fuente: Bloomberg/Andbank

El último año provocaba el fin de la era de tipos negativos. Si arrancábamos 2022 con 11 trillones de deuda en negativo, actualmente sólo quedan 232 billones. Este fuerte movimiento en tan solo 12 meses ha producido la mayor destrucción de riqueza de la historia, con caídas en renta fija no vistas históricamente, y ha producido que podamos empezar a construir carteras a una TIR atractiva lo que nos hace situarnos positivos en renta fija, especialmente crédito.

Fuente: Bloomberg, Welcome AM

En nuestra opinión, lo importante en el debate sobre tipos no es el ritmo de subida, si no hasta donde va a llegar el tipo terminal de los Fed Funds y que hará la Reserva Federal en el segundo semestre del año. Es lo que ha movido todos los activos en los últimos tiempos.

Fuente: Bloomberg

Respecto al tipo terminal hay una divergencia entre el 4.90% que descuenta el mercado (en el gráfico de arriba) en junio de 2023, y lo que espera la FED, 5.20%. Pero esos 30 puntos básicos de diferencia no es el factor importante que ha hecho recuperar los mercados y adoptar un tono mucho más agresivo a la Reserva Federal.

En nuestra opinión, la gran diferencia estriba en lo que descuentan los mercados en el segundo semestre. Mientras que los mercados están descontando bajadas de tipos (75 pb) hasta el 4.15% en enero del 24 (gráfico de arriba), la Reserva Federal dice por activa y por pasiva, que en 2023 no va a bajar tipos, y que los mercados están muy optimistas respecto a la inflación. Que una cosa es que hayamos hecho pico de inflación y empiece a ceder, y otra muy distinta, que vayamos a alcanzar pronto unos niveles deseables de inflación. Por ello, creen, que esa curva de bajada que se aprecia en el gráfico, en realidad, va a ser una meseta en la zona del 5%.

Esas expectativas de bajada de tipos en el segundo semestre es lo que hizo que el bono a 10 años USA pasará del 4.20% al 3.50% y se recuperaran los distintos activos de riesgo: bolsas, crédito…, principalmente por valoración de los activos a un tipo libre de riesgo inferior, y por una mayor flexibilidad de la política monetaria.

Todo ello vino tras una mejora de datos de inflación, pero todavía estamos en niveles muy altos (inflaciones subyacentes superiores al 5.5%). Hay que tener en cuenta, que, pese a que ha habido una mejoría en la inflación de bienes, la de servicios sigue arriba. Al mismo tiempo, los EE.UU. siguen con un mercado laboral muy estrecho (tras la salida de 5 mm de trabajadores del mercado durante la pandemia) y con fuertes incrementos de salarios (gráfico inferior), lo que genera efectos de segunda ronda. A todo esto, hay que sumarle el final del ciclo alcista del dólar, que ayudó a la FED a luchar contra la inflación importada.

Otro factor que preocupa a la FED es el mercado inmobiliario. Tras conseguir enfriarlo en los últimos meses, y que se estén produciendo caídas en precios en muchas de las principales ciudades del país, le inquieta que esa bajada de los tipos en la parte larga de la curva (el bono a 30 años USA ha bajado 80 pb del 4.37% al 3.60%, y las hipotecas están referenciada a este plazo) pueda reactivarlo, volviendo a producirse subidas de precios. Lo que conllevaría además el efecto riqueza. Hay que tener en cuenta que los ciudadanos estadounidenses tienen sus ahorros en inmobiliario y bolsa, por lo que la bajada de tipos en la curva propiciaría subidas de precios estos dos activos, generando un efecto riqueza y un mayor consumo.

Todo ello, nos hace posicionarnos más cerca de la opinión de la Reserva Federal que de la del mercado. Es una de las principales razones por las que nos mantenemos cautos esperando un último arreón de caída en los precios de los activos de riesgo. Según vayan saliendo datos y declaraciones agresivas de miembros de la FED, que hagan desechar al mercado esas expectativas de bajadas de tipos en el segundo semestre, el bono USA a 10 años debería retornar a niveles del 4.25% arrastrando los precios de los activos de riesgo en su caída.

En esos momentos, habrá que actuar con celeridad y coger activos de riesgo: duración, crédito de alta beta, bolsa (probablemente coincida en el tiempo con publicación de menores márgenes empresariales) …

Decimos con celeridad, porque lo que es cierto es que hay mucho dinero de inversores institucionales (principalmente, compañías de seguros) que son los que mueven los mercados, esperando para comprar deuda pública en los niveles mínimos de precios que vimos en 2022. Hay que tener en cuenta que durante años han tenido que incrementar su perfil de riesgo para obtener rentabilidad. Realizando compras de deuda pública retornarían hacia su perfil de riesgo. Además, es un activo muy favorecido por la regulación de bancos y seguros al no consumir capital.

En una situación muy distinta se encuentra el BCE. En el gráfico de abajo podemos ver lo que descuenta el mercado respecto a sus actuaciones:

Fuente: Bloomberg

Como vemos, el mercado está descontando que el BCE elevé los tipos hasta el 3.25% en verano y los mantenga prácticamente estables. En nuestra opinión, las subidas serán inferiores y creemos que hemos visto ya los altos del Euribor.

Hay que tener en cuenta que, en Europa, pese a estar en una buena situación de empleo, no se están produciendo las mismas subidas salariales que en USA, como vimos en un gráfico previo. Además, sufriremos más en cuanto a crecimiento al ser una economía mucho más exportadora, y no ser autosuficientes energéticamente. Tampoco ayudaría si en algún momento tuviéramos que realizar parones industriales por temas energéticos. Por último, el fin del ciclo alcista del dólar nos ayudará a dejar de importar inflación, aspecto que nos hizo bastante daño en 2022.

Este techo de tipos vendría apoyado también por la caída de la renta disponible y sus consecuencias sobre el consumo. Como vemos en el gráfico de abajo, el 40% de las familias europeas (los dos primeros quintiles con menores ingresos) están al limite de sus posibilidades de consumo. Incluso el primer quintil, lo supera, teniendo que disponer de ahorro o ayudas.

Por todo ello, creemos que hay que empezar el año en duraciones cortas y según revisitemos los altos en rentabilidades vistas en 2022, 4.25% en el bono a 10 años USA, 2.60% en el 10 años alemán, ir alargando duraciones en las carteras.

Después de muchos años, nos encontramos en un momento muy propicio para la construcción de carteras de renta fija con rentabilidades superiores al 5%, y un riesgo bastante reducido. Implementando un estrategia ”barbell”,  con posiciones de duraciones cortas en gobiernos y deuda senior “investment grade”, que pueden dar rentabilidades del 3,5%. Y, por otro lado, con posiciones de deuda subordinada de emisores “investment grade” que darían rentabilidades cercanas al 7,5%.

Dentro del universo de renta fija, creemos que el mejor binomio rentabilidad riesgo se sitúa en la deuda privada de alta calidad, tanto en corporativa como la financiera. No obstante, en nuestra opinión todavía queda pendiente una última caída en los spreads de crédito y esperaríamos a tomar posiciones a que los tipos toquen los niveles máximos mencionados anteriormente, y en ese momento tomaríamos posiciones no solo en la parte corta de la curva, sino que también alargaríamos duraciones. Cabe destacar que el fuerte movimiento del pasado año en la renta fija fue mayor por la parte de tipos de interés que por la parte de diferenciales de crédito.

Dentro de los activos de alta calidad, seguimos positivos en la deuda subordinada tanto corporativa como financiera, pero el entorno actual de los spreads nos permite invertir en la parte más conservadora de estos instrumentos. Pensamos que, en un entorno de subidas de tipos, tiene más sentido que nunca nuestra estrategia de crédito, bajando en la estructura de capital en emisores financieramente solventes.

La metodología de las agencias de calificación crediticia protege del riesgo de no ejercicio llegada la fecha call en los híbridos corporativos al tener un alto incentivo a la call por perder el componente Equity en caso de no ejercitar en la fecha dada según la metodología de S&P.  El diferencial sobre la deuda senior del activo es superior a 300 pb. frente a los 140pb.b que suponía a inicios de 2022.

Fuente: NB

2022 ha supuesto un buen test para medir cual es realmente el riesgo de extensión de estos bonos y han superado con nota pese a la situación de volatilidad y ampliación de spreads. En 2023 vamos a tener 17 mil millones de deuda híbrida con fecha CALL en el año y será clave que se reanime el volumen de emisiones para refinanciar estos ejercicios de recompra. En nuestra opinión, para minimizar tu riesgo de extensión es clave ser muy selectivos en el nombre y en el sector, tratando de primar aquellas corporaciones que tienen emisiones a lo largo de toda la curva como son aquellas de sectores como Utilities o Telecomunicaciones.

Lo mismo ocurre con la deuda subordinada financiera, ahora surge la oportunidad de inversión en la parte más conservadora de este tipo de instrumentos, pudiendo invertir no solo en deuda Additional Tier 1 sino también en Tier2, que tienen un alto incentivo a la call. Este activo es más conservador no solo por tener un vencimiento cierto (normalmente se emiten a 10 años con fecha call en el quinto), sino que, además, en el caso de no ejercitar llegada la fecha call, pierden computo de capital a razón de un 20% anual. La mayor parte de estos bonos cotizan descontando un riesgo de extensión que creemos no es tal por lo que son una oportunidad de inversión única.

Además, pese a la ralentización económica las métricas de crédito de los bancos europeos continúan siendo fuertes, con los ratios de CET1 muy por encima de sus buffers, el ROE en niveles del 9% en media y las ratios de liquidez saneados.

Como podemos observar en el siguiente gráfico, tradicionalmente la deuda de alta beta se suele comportar mejor que el High Yield tradicional en periodos de recuperación.

Fuente: Credit Suisse

Dentro del universo de renta fija, nos mantenemos neutrales en exposición a High Yield tradicional, ya que en un entorno como el actual de restricción monetaria y con limitaciones de acceso a liquidez, sería lógico ver las tasas de default al alza, aunque en niveles no tan altos como los vistos en anteriores crisis y los fallen angels destacando. No obstante, monitorizamos de cerca el activo y cuando este movimiento se produzca podremos tener oportunidades de entrar en el activo.

Fuente: Credit Suisse

El último trimestre del año hemos visto un cambio de tendencia en la calificación crediticia del sector corporativo, con las bajadas de rating duplicando a las subidas por primera vez. En este sentido, Moody´s ya sitúa las tasas de default para 2023 al 4,9%, superior al nivel promedio histórico (4,1%). Los años anteriores de tipos ultrabajos han permitido sobrevivir a empresas gracias a la financiación “barata” pero creemos que el entorno actual podemos ver defaults aflorando y trataríamos de ser muy selectivos, evitando el segmento de peor calidad.

En este sentido, en los siguientes gráficos podemos ver como el coste de financiación para las empresas con grado de inversión se ha disparado x3 el último año hasta el 4,1%, y en las corporaciones High Yield se ha disparado x2 hasta el 8,5%, cuando tenían previamente un cupón medio del 3,6%.

Fuente: Banco Santander

Respecto a los mercados de deuda emergentes, han sufrido un gran castigo el pasado año, pero en nuestra opinión, una vez terminado el ciclo alcista del dólar se van a beneficiar de los deberes hechos a tiempo por sus Bancos Centrales. Estas economías, se han anticipado en la toma de decisiones de política monetaria (salvo grandes excepciones como Turquía), subiendo tipos de interés de manera que están en una posición ventajosa para 2023.

Al estar en la fase final del ciclo alcista del dólar, con todas las expectativas de subidas de tipos “absorbidas” y las políticas de los Bancos Centrales emergentes restrictivas llegando a su fin, preferiríamos invertir en moneda local. No obstante, monitorizamos de cerca la vuelta al populismo en Latinoamérica, con la incertidumbre política y las revueltas sociales que provocan los políticos extremistas.

La deuda emergente ha sufrido fuertes salidas de inversores durante el pasado año y tras el gran ajuste en precio sufrido por estas economías el pasado año, ahora podemos invertir en su deuda teniendo un alto carry como colchón, y ofrece un atractivo retorno a los tenedores de bonos. Además, de cara a 2023 se espera que las emisiones netas de deuda soberana sean negativas y una menor oferta puede ser positiva para sus spreads. 

Comenzamos 2023, y los inversores debemos ser conocedores de la importancia del punto de partida. Hay un cambio de régimen en tipos de interés. Durante la última década, la economía global ha vivido con tasas de interés cero o negativas, y debemos de ser conscientes de que una gran parte de la rentabilidad de estos años ha sido cortesía de ese entorno propiciado por los bancos centrales, esa red de seguridad que nos ofrecían. Ahora comenzamos un nuevo régimen marcado por presiones inflacionistas persistentes y tipos más altos. La década de baja inflación, bajas tasas de interés y mínima volatilidad parece haber terminado.

Por lo tanto, pensamos que los posicionamientos defensivos seguirán siendo claves para los inversores en 2023. El cambio de régimen claramente presenta riesgos, pero también muchas oportunidades. Que los tipos hayan subido de forma tan rápida y agresiva, nos abre la oportunidad de poder aprovechar este nuevo entorno de tipos. Incluso los bonos gubernamentales ofrecen rendimientos atractivos por primera vez en décadas.

Fuente: Robert Shiller

Creemos que en 2023 hay que respetar la prelación del balance. Comenzar sobreponderando renta fija y luego el resto de los activos. Preferimos ser bonista que accionista en una gran parte de activos. Así pues, estamos preparados para comenzar 2023 con una inclinación más constructiva, especialmente en muchas partes del crédito.

El grado y la velocidad extrema del endurecimiento de las condiciones financieras provocado por las subidas de tipos de los bancos centrales, han roto muchos mercados de renta fija durante 2022. Los bonos han ofrecido en 2022 su peor comportamiento de los últimos 50 años. Observamos como una gran parte de la volatilidad de los tipos de interés podría haber quedado atrás. El riesgo de los tipos de interés fue el principal detractor para la rentabilidad en 2022.

En 2023 esperamos que la calidad del crédito y la ampliación de los diferenciales sean los riesgos a vigilar. Los inversores tienen como compensación los altos cupones consecuencia de los elevados rendimientos actuales. Este es nuestro punto de partida, y son vientos a favor para una rentabilidad atractiva en renta fija en 2023.  El fuerte proceso de ajuste ha restaurado el valor de la renta fija.

En lo que respecta a renta variable, pese a las importantes caídas de los índices, y al fuerte derating del mercado, los precios no están descontando condiciones de recesión ni siquiera una fuerte desaceleración. Las valoraciones absolutas se encuentran en línea con promedios históricos, y la valoración relativa frente a la renta fija no es atractiva.

 Pensando en los mercados bursátiles, el deterioro del entorno no se refleja ni en los beneficios previstos ni en las valoraciones, lo que implica que podría haber más recorrido bajista. Es difícil saber hasta dónde llegará la desaceleración y la contracción de beneficios. Los efectos de unas condiciones tensionadas tardan en hacer efecto, y los bancos centrales aún no han terminado con las subidas de tipos, por lo que tendremos que esperar para saber dónde acaban situándose los tipos y cuánto sufrirán los beneficios corporativos. 

Fuente: Invesco

Así pues, comenzamos el ejercicio infraponderando renta variable en las carteras. La oportunidad de incrementar posiciones llegará cuando los beneficios se ajusten, a medida que se relaje la inflación y veamos que los bancos centrales frenan su proceso de subidas de tipos. Recordemos que los beneficios hacen mínimos después de hacerlo los mercados bursátiles.

Históricamente, los mejores puntos de entrada han estado en el corazón de la recesión. Probablemente tendremos que ser pacientes antes de aumentar las exposiciones.

Fuente: Bloomberg y EdR

Dada nuestra percepción de que el régimen de volatilidad en 2023 seguirá siendo alto, pensamos que la inversión temática/sectorial/países gana en importancia. Esto nos permitirá generar rendimientos sostenibles que nos ayuden a explotar los cambios estructurales que se están produciendo, con menor volatilidad, y aprovechar los nichos de valor que detectamos. Por tanto, incluir asignaciones temáticas en una cartera podría hacer que la difícil tarea de invertir en este momento del ciclo sea menos crítica y nos ayuda a mejorar la diversificación. Para este comienzo de 2023, destacaríamos recursos naturales y energías renovables, dos tendencias que pensamos saldrán favorecidas a largo plazo.

Antes de finalizar, queremos aportar un par de factores que pensamos resultaran claves en este nuevo ejercicio. Uno de riesgo: Liquidez. Y otro de gestión: Flexibilidad.

Los bancos centrales han cambiado el paso. No solo están subiendo tipos, sino que también tienen que reducir sus balances, que han ido incrementando en los últimos años. Están a punto de empezar la política de endurecimiento cuantitativo. El impacto de estas políticas en los mercados es complejo. Los períodos de reducción de la liquidez han sido históricamente negativos en los mercados, recordemos sin ir más lejos el cuarto trimestre de 2018. Además de la liquidez ligada a los bancos centrales, esta también la cuestión de la liquidez del mercado. Actualmente es baja (ver gráfico adjunto). Por lo tanto, los flujos tienen más impacto en los precios de mercado. 

Fuente: Invesco

Así pues, el deterioro de la liquidez incita a que seamos prudentes, y pensemos en posicionamientos cautos que nos ayuden a proteger las carteras. Un evento de liquidez podría desatar el tipo de capitulación que normalmente ha marcado el fondo de un mercado bajista, que históricamente ha sido una clara señal de compra. Como podemos ver en el gráfico adjunto, las crisis financieras han sucedió en periodos de empeoramiento de las condiciones financieras.

Fuente: Invesco

Para los inversores que quieran adaptarse a este nuevo entorno, la flexibilidad en la gestión será fundamental. Siendo flexibles, los desafíos y cambios actuales brindan oportunidades potenciales en todos los sectores y regiones. Una imagen vale más que mil palabras (ver gráfico adjunto). Estamos en un mercado de gestión activa.

Fuente: Nomura

Como podemos observar, analizando la correlación entre el exceso de comportamiento de la gestión activa en función del histórico de tipos de interés, la conclusión es clara: un entorno como el actual, con tipos al alza, ha sido donde más valor ha añadido la flexibilidad o la gestión activa.

Queridos lectores, corren tiempos difíciles en los mercados financieros. Los cambios estructurales que están alterando la forma y la estructura de la economía global también están creando un panorama de inversión “nuevo” y apasionante. Son fechas de propósitos, y el nuestro es que nos permitan acompañarlos y ayudarles en la gestión de estos cambios. Aprovechémoslos, para remodelar las carteras y capitalizar las oportunidades.

Les deseamos para 2023, salud, felicidad y éxitos.

Una cosa es evidente, recordaremos este ejercicio que dejamos atrás como un año nefasto para las inversiones financieras en prácticamente todos los activos.

2022 es el primer ejercicio, en más de 100 años, en que tanto las acciones estadounidenses como los bonos a largo plazo pierden más del -10%. Los efectos de la invasión rusa de Ucrania, las implicaciones para la política monetaria de una inflación persistente y elevada a nivel mundial, y los problemas vinculados a la COVID-19 en China, han sido los argumentos directores del ejercicio. Los principales mercados de valores de todo el mundo han registrado rendimientos negativos de dos dígitos en 2022, con el MSCI World AC cayendo -14.7%, mientras que los bonos de gobiernos, que normalmente suelen amortiguar las carteras cuando las acciones experimentan caídas significativas, no dieron resultado, ya que los bancos centrales mundiales aumentaron drásticamente los tipos de interés, endureciendo sus políticas monetarias. Los mercados de crédito también sufrieron, tanto por la subida de tipos de interés como por la ampliación de los diferenciales de crédito. Así, un índice de agregado europeo de gobiernos y crédito registró un rendimiento total negativo de -17.1%. No hubo dónde esconderse, salvo la inversión en materias primas, que como vemos en el gráfico adjunto, logra no perder contra la inflación.

A lo largo de 2022, los inversores hemos tenido que lidiar con una revisión radical de los precios de los activos, una volatilidad elevada, la perspectiva de una recesión, niveles de inflación muy elevados, y un conflicto bélico, siendo quizás el único factor esperado, el incremento de la volatilidad. En este entorno, los bancos centrales han priorizado la lucha contra la inflación por encima del apoyo al crecimiento, realizando una rápida normalización monetaria y un brusco ajuste de múltiplos bursátiles, provocando la mayor pérdida de riqueza de la historia reciente.

La inflación persistentemente elevada ha sido el factor clave de la rentabilidad de los activos y un foco de atención para los inversores en Europa y en todo el mundo.

Con la expansión de la inflación más allá de lo esperado por los problemas de la cadena de suministro relacionados con la pandemia, y por los derivados de la guerra de Ucrania, los riesgos al alza para la inflación siguen siendo elevados, y ha sido el detonante para que los Bancos Centrales, hayan acometido el más rápido y fuerte endurecimiento de política monetaria jamás vivida, como se puede ver en el siguiente gráfico de la Reserva Federal (FED). La actual campaña de aumento de tasas de la Fed es la más rápida de historia. El fuerte aumento en las tasas de interés ha comenzado a impactar en las partes de la economía más sensibles a las tasas de interés, como el sector inmobiliario.

Si tenemos en cuenta los efectos del agresivo endurecimiento monetario global liderado por la FED, los elevados precios de la energía que se filtran en todos los ámbitos económicos, y el lastre que han supuesto las persistentes medidas de COVID Cero por parte de China, junto con los riesgos que ahora supone su aproximación a la reapertura, no es de extrañar que lleguemos a la conclusión de que es probable que afrontamos 2023 con la economía mundial al borde de la recesión. Las perspectivas macroeconómicas para este nuevo ejercicio dependen en gran medida de la trayectoria de la política monetaria, que a su vez depende mucho de la trayectoria de la inflación.

2023 será un año en el que la inflación bajará, aunque no tan rápido como parece descontar el mercado, mientras que las economías lucharán por crecer, sin lograr evitar muchas de ellas una recesión, que será más profunda y dura en Europa que en EE.UU, siendo conscientes de que en ningún caso será semejante a la de la Gran Crisis Financiera. Esta recesión, a la que nos enfrentamos, probablemente será menos dolorosa que las recesiones anteriores. Los balances de las empresas y los hogares gozan de buena salud, y esto les ha permitido absorber, hasta la fecha, parte del impacto de la inflación, y a diferencia de otras crisis, la financiación por parte de las entidades bancarias ha seguido fluyendo. El mundo está hoy en una posición mucho mejor para gestionar una eventual recesión, por lo tanto, no busquemos semejanzas con 2008.

La desaceleración global, como muestran los indicadores adelantados que se reducen de forma constante, sugieren que varias economías podrían estar ya en recesión.

Fuente: T. Rowe Price.

Y curiosamente, la recesión en 2023 será probablemente la más anticipada de la historia.

En este entorno de reducción de crecimiento e inflación por encima de los objetivos, hay un factor que resultará determinante, no contaremos con el apoyo incondicional de los Bancos Centrales. Porque si algo han dejado claro sus máximos mandatarios, es que su principal lucha es contra la inflación.

Las autoridades monetarias están dispuestas a aceptar la volatilidad de los precios de los activos y un deterioro de las principales variables macroeconómicas, si con ello logran doblegar la inflación. Los banqueros centrales no irán al rescate cuando el crecimiento se desaceleré en este nuevo entorno, de forma contraria a lo que algunos inversores o incluso el mercado han llegado a descontar. De hecho, están provocando conscientemente debilidad económica, endureciendo de forma agresiva la política monetaria para intentar controlar la inflación.

De cara a 2023, esperamos que el crecimiento global se desacelere significativamente, con varios países en los mercados desarrollados y emergentes sufriendo una recesión, mientras que otros, simplemente mostraran desaceleración económica.

El diferencial de crecimiento entre Desarrollados (DM) y Emergentes (EM), favorecerá a este último. Si bien la desaceleración se debe en parte a la retirada cada vez más coordinada de la política monetaria acomodaticia, principalmente en DM, los factores específicos de cada país serán relevantes, y marcarán diferencias.

Por ejemplo, en EE.UU la Fed ha sido el banco central que ha liderado la subida de tipos y la lucha contra la inflación, presionando y tensionando las condiciones financieras, y por tanto aumentando los riesgos de recesión en EE. UU. para 2023.

En EE.UU, esperamos que el consumo y la inversión residencial se desaceleren, siendo los principales detractores de crecimiento. Como hemo señalado anteriormente, la vivienda estadounidense ya está evidenciando señales de tensiones, ya que el encarecimiento de las hipotecas y la caída en la accesibilidad, están hundiendo las operaciones inmobiliarias, con caídas del -35% en el año, acumulando 10 meses consecutivos de caídas, la mayor racha de caída en ventas desde 1999.

Sin embargo, la clave pensamos que estará en el mercado laboral, pues resulta crítico para mantener el consumo americano, que representa aproximadamente un 70% del PIB USA, pero también es clave en términos mundiales, al representar el 15% del PIB Global.

Los despidos en empresas tecnológicas estadounidenses nos dan una idea del sufrimiento que se puede avecinar. Meta ha anunciado despidos del 13% de su plantilla, 11.000 empleados; Twitter, influenciado por la compra de Elon Musk, quiere reducir el 50%; Snapchat recortes del 20% de plantilla; y Apple y Amazon congelan sus contrataciones. El precio de controlar la inflación será una ralentización del crecimiento económico, que se comienza a sentir, y un aumento del desempleo. Estos primeros días del año, ya se habla de importantes despidos en los principales bancos de inversión del mundo.

Pero la realidad es que, a día de hoy, el mercado laboral en USA sigue mostrando una fortaleza envidiable. Para muestra un botón. EE. UU. genera más de 250.000 puestos de trabajo al mes, con una tasa de desempleo cercana al 3,7 %, y con un crecimiento de los salarios superior al 5% ¿cómo puede ser? Puede que la explicación este en la naturaleza de la mano de obra americana.

Datos: JP Morgan.

Las ganancias salariales solo se desacelerarán una vez que caigan las ofertas de trabajo.

Aproximadamente 160 millones de personas trabajan en Estados Unidos, de los que 110 millones lo hacen en sectores privados de servicios, frente a 21 millones en la producción de bienes (como la manufactura, la construcción y la minería). Por lo tanto, aproximadamente el 70% de la población empleada en EE.UU está vinculada al sector servicios, mientras que en 1972 esa cifra rondaba el 50%.

Esto refleja una amplia y estructural transición de bienes a servicios, y por tanto de cada vez menor peso de los empleados en producción de bienes. En cada una de las últimas siete recesiones, la producción de bienes perdió una proporción mucho mayor de puestos de trabajo que los servicios privados. En media se perdieron más del 8 % de los empleos en el sector de bienes frente a menos del 1 % en servicios. Por tanto, si asistimos a una nueva recesión, la mano de obra estadounidense estaría hoy mucho menos expuesta que en años pasados. Otro factor para explicar esa fortaleza es la huida de personas que han abandonado el mercado laboral, cifra que se acerca a los 2 millones en EE.UU.  A pesar de la ralentización ya observada en las economías desarrolladas, los mercados laborales se mantienen tensos, los trabajadores escasean y presionan al alza los salarios, generando mayores problemas a la inflación, pero dejando margen de mejora a la renta disponible y al consumo. Estas circunstancias han provocado una fuerte ralentización del crecimiento de la productividad en Estados Unidos, que se encuentra ahora en su nivel más bajo jamás registrado.

Datos: Schroders.

Según un estudio realizado por la gestora Schroder, estudiando los ciclos económicos anteriores desde 1960, y con la inflación estadounidense en los niveles actuales, siempre ha sido necesaria una caída del PIB de hasta el 4% para restablecer la estabilidad de los precios. La desaceleración económica provocará un ajuste natural de la inflación. La historia no parece estar del lado de aquellos que apuestan por un aterrizaje suave de la economía americana.

Respecto a la inflación en EE. UU., aunque posiblemente hemos visto niveles pico en la tasa general, los precios siguen bajo presión. La inflación en los servicios que no son de alquiler (50% del índice PCE) está siendo más persistente de lo esperado. Así pues, parece que el pronóstico de la FED de normalizar la inflación en torno al 2.5% puede costar más de lo esperado.

Datos: Invesco

Si hablamos de Europa, es probable que entre en recesión antes, especialmente dada su fuerte dependencia del petróleo y del gas. Y sin duda, el problema energético, es el principal riesgo a la dinámica del crecimiento para 2023, agravado por las presiones inflacionarias del lado de la oferta posteriores a la COVID-19 no resueltas y que dan como resultado una inflación excepcionalmente alta, persistente, y que en última instancia debería afectar al gasto y la confianza de los consumidores. Un buen ejemplo lo tenemos en España, donde la inflación ha cerrado finalmente el año 2022 con un crecimiento interanual del 5,8%. Se trata de la mitad de lo que llegó a marcar en el mes de julio. El dato se encuentra favorecido por el abaratamiento de los precios del gas, de la luz y de los combustibles, pero no evita que la inflación subyacente (la que excluye del cálculo la energía y las materias primas) se haya disparado y cierre el ejercicio en un 6,9%, un máximo histórico de este siglo. Se apunta un nuevo empuje en el coste de los alimentos, vestido y calzado.

Por lo tanto, en Europa, los altos precios de la energía significan que es probable que la inflación sea “pegajosa” y aunque la crisis energética será manejable este invierno, a Europa le resultará mucho más difícil garantizarse el suministro de gas natural el año que viene, lo que plantea una volátil perspectiva de inflación a medio plazo.

Esto deja el Banco Central Europeo (BCE) en una posición comprometida. Mayores presiones inflacionarias, unido a un alto riesgo de recesión, supondrá una gran prueba para el Banco Central Europeo. Sobre las actuaciones de los bancos centrales escribimos en la parte de renta fija.

Siendo conscientes de que el panorama macroeconómico menos benigno en Europa, también observamos que hay margen para sorpresas positivas.

Para empezar, las condiciones financieras no son tan estrictas como en EE.UU, y el impulso fiscal en gran parte de Europa debería seguir fluyendo y aportando al crecimiento en 2023. Los gobiernos europeos están utilizando activamente la política fiscal para limitar el impacto recesivo de la crisis energética. La subida de los precios de la energía los ha llevado a poner en marcha una batería de medidas para proteger a los hogares y las empresas, como la reducción del impuesto energético o IVA, la regulación de los precios minoristas y mayoristas, las transferencias a colectivos vulnerables y los impuestos sobre beneficios extraordinarios. Desde principios de año, se han anunciado más de 500.000 millones de euros de medidas en la zona euro, lo que representa alrededor del 4% del PIB, y es probable que el plan de recuperación NextGenerationEU se intensifique a lo largo del 2023.

Adicionalmente, quedan bolsas de demanda y producción reprimidas en Europa, como por ejemplo los inventarios y pedidos de fabrica pueden añadir puntos de PIB, y no olvidemos que la financiación está funcionando bien por primera vez en más de una década, con el equivalente de alrededor de medio punto porcentual del PIB en préstamos netos al sector privado cada mes.

Como ultimo catalizador positivo para Europa, está la posibilidad del final del conflicto bélico en Ucrania. Hace unos meses, nadie hablaba de negociación, el conflicto estaba enquistado. Hoy, se aprecian oportunidad de ventanas a la negociación.

En lo que respecta a China, pese a la realidad de su ralentización, es la economía que soportará el crecimiento mundial. La estabilización del mercado inmobiliario y la reapertura gradual de China son supuestos clave. En general, los riesgos de crecimiento son a la baja en la primera mitad del año debido a la menor aportación de las exportaciones, y al flojo gasto doméstico de los hogares chinos, que podrían que podrían mejorar en la segunda mitad del año debido a la reapertura.

Datos: JP Morgan.

La economía China está evolucionando. Se acabaron los días en que se priorizaba el crecimiento a través de la inversión.  Beijing ahora persigue un modelo de desarrollo más focalizado en la seguridad nacional y en la autosuficiencia tecnológica. La prioridad ha cambiado hacia el desarrollo del consumo interno y fortalecimiento de las cadenas de suministro para impulsar el crecimiento a largo plazo.

La reapertura de China supondrá un importante debate durante 2023. Tras las recientes protestas populares, el Gobierno Chino ha comenzado a dar los pasos necesarios para relajar las estrictas medidas contra el COVID. La apertura está siendo mucho más rápida de lo esperado, lo que será positivo para el crecimiento económico chino, y mundial. Esperamos que la política monetaria y presupuestaria siga siendo expansiva lo que actuará como soporte para la economía.

Sin embargo, parece el que abandono por parte del régimen chino de la política de covid cero, tiene un aspecto negativo con importantes repercusiones tanto en pérdida de vidas humanas como en el plano económico mundial. Después de una dura estrategia de aislamiento seguida por el gigante asiático desde el inicio de la pandemia a comienzos de 2020, las revueltas sociales contra el Gobierno lo han forzado a variar el rumbo y adoptar una aproximación hacia la pandemia similar a la del resto del mundo, pero lo ha hecho saltándose el crítico paso intermedio de la inmunización.

Fuente: GS

Y parece que el miedo se está volviendo a instalar respecto a la posición de China. Los datos internos manejados por los organismos oficiales de China difundidos por agencias internacionales hablan de 248 millones de contagiados (un 18% de la población) solo en los primeros 20 días de diciembre. Y recordemos que a partir del 8 de enero China reabre sus fronteras y elimina la cuarentena para los viajeros que entren al país, lo que ha disparado la búsqueda de viajes transfronterizos por parte de los chinos, especialmente en estas fechas que se acerca la celebración del Año Nuevo chino y hay miles de movimientos en todo el mundo. Esta situación nos retrotrae al inicio de la pandemia y cómo se extendió por todo el planeta. Por lo tanto, no podemos descartar que, observando los datos actuales, vuelvan a implementarse cierres.

El dólar estadounidense ha estado muy fuerte durante 2022, generando problemas, tanto en el mundo desarrollado como en los países emergentes que recurren a la deuda en moneda fuerte.  El principal impulsor del dólar ha sido un aumento del diferencial de tipos de interés entre Estados Unidos y el resto del mundo. La estabilidad del dólar probablemente llegará a medida que la Reserva Federal señale una pausa en su ciclo de ajuste monetario. La reducción de las tasas de interés y los diferenciales de crecimiento con el resto del mundo deberían impulsar inicialmente este movimiento.

La falta de disciplina fiscal en los EE. UU. y el débil crecimiento de la productividad en los EE. UU., que hemos señalado se encuentra en mínimos históricos, nos hace pensar que el grueso del movimiento de apreciación del dólar se ha producido, y, por tanto, mantenemos una posición neutral en el dólar.

Como podemos ver en este gráfico, este periodo de fortaleza del billete verde ha sido uno de los más duraderos desde que comenzó a flotar libremente en 1971.

Fuente: Haver

Respecto a los mercados de materias primas, ganador durante 2022, continúan mostrando tensión entre las dinámicas a corto plazo y las de largo plazo. Si bien el entorno macro, con la actual desaceleración económica presenta argumentos en contra a corto plazo para los mercados de materias primas, el contexto estructural presenta uno de los entornos a medio y largo plazo más favorables de las últimas dos décadas. Siguen existiendo fuertes desajustes entre oferta y demanda. Esa mejor perspectiva estructural, la observamos en metales básicos, y en la esperada transición energética, donde la oferta puede tener dificultades para satisfacer la demanda. Optamos por un posicionamiento Neutral en materias primas.

Deberemos estar pendientes de varios factores que pueden alterar fundamentos de la oferta y la demanda de materias primas, como pueden ser la guerra en curso en Ucrania, el aumento de los temores de recesión y la esperada reapertura de China. Con este panorama, mostramos un sesgo neutral respecto a las materias primas.