“India no es una nación ni un país. Es un subcontinente de nacionalidades”. Muhammad Ali Jinnah

El mes de mayo ha teñido la uña de 642 millones de indios de violeta. marca que prevalece durante al menos un mes de manera que pueda evitar el doble voto en un país con 968 millones de votantes (el 12% de la población mundial).

La tinta electoral es una marca semipermanente de tinta que se aplica en el dedo índice de los votantes de ciertos países durante los procesos electorales. Se usa como prueba de voto para prevenir el fraude electoral y el doble voto. Este método se usa en países como la India, Sudáfrica o México, donde los documentos de identificación ciudadana no están institucionalizados.

Esta tinta dura de 2 a 4 semanas en el área de la uña y la cutícula, de manera que solo desaparece con el crecimiento de nueva uña y desaparece por completo al cabo de 4 meses. Este sistema es francamente útil en un país tan extenso como la India, en el que el proceso electoral conlleva hasta 6 semanas.

El proceso electoral comenzó el pasado 19 de abril, dividido en siete fases para determinar al próximo primer ministro y a los 543 miembros de la Cámara Baja del Parlamento por 5 años.

El proceso que ha abarcado 102 distritos electorales en todo el país ha durado 44 días, anunciando el resultado el 4 de junio, con Modi ganando de una manera ajustada para sorpresa del mercado, que esperaba una amplia mayoría.

La compleja logística de estas elecciones ha supuesto el despliegue de 15 millones de empleados, llevando urnas a los lugares más remotos de este vasto país de manera que garantice que cada 2 kilómetros haya una urna. Como anécdota, el proceso ha llevado incluso al desplazamiento de elefantes salvajes de las zonas de urnas hasta a subir las urnas de los habitantes del Himalaya a 4000 metros de altura.

Un buen ejemplo de la complejidad del sistema es esta imagen en la que podemos ver cómo llevan los registros de voto y las máquinas en una caminata hacia un colegio electoral remoto en Meshalaya el pasado 17 de abril:

Con un cuarto de la población analfabeta se ha asignado un dibujo único para cada partido político (el loto, una mano, una escoba, una bici…), de manera que este símbolo esté en cada boleta y toda la población pueda reconocer a su candidato. En la imagen de abajo podemos ver una máquina electoral de estas elecciones con los distintos símbolos:

Desde las elecciones de 2019, el volumen de votantes ha crecido un 8% provocando que sean las elecciones más largas de la historia.

Esta semana veíamos al gran favorito, Narendra Modi, proclamando una victoria mucho más ajustada de lo que se esperaba según las encuestas, perdiendo la mayoría simple. Este anuncio provocaba caídas intradía cercanas al 6% en el índice NIFTY en una sobrerreacción del mercado a la noticia. El resultado hace probable que sus socios de coalición se opongan a algunas de las iniciativas que se daban por descontadas, de ahí la sobrerreacción del mercado.

El motivo de la pérdida de éxito de Modi parece ser la elevada inflación de los alimentos, los problemas en el sector agrícola y una caída en las subvenciones. El alto crecimiento de los últimos años ha beneficiado solo a una parte de la población, con un consumo no tan fuerte.

Modi afronta su tercer mandato con un gobierno de coalición, que es de esperar pueda afectar a la reforma agraria y a otras medidas de liberalización. En su historia, la falta de una reforma agraria, una política industrial muy costosa y la excesiva planificación llevaron a la India a una tasa de crecimiento muy pobre durante muchos años que desembocó en la crisis económica de 1991. La India, tiene que centrar su siguiente mandato en la agenda de Reforma y Apertura a la competencia extranjera, y sin un gobierno de mayoría esta parte plantea ciertos interrogantes.

En mercado circula la apuesta sobre si la India conseguirá batir a Pekin en 2050. Si hasta antes de la pandemia considerábamos esto imposible, ahora la India crece mucho más rápido que China, y no vemos expectativas de que esta tendencia vaya a virar próximamente salvo que experimente una gran crisis. La situación actual de India recuerda mucho a la de Beijing en los inicios de la década de los 2000, con la ventaja de ser una economía mucho más transparente con publicación de datos diarios, incluidos los de contaminación, por lo que puede atajar los problemas antes y evitar los errores que cometió China.

Pese a todo esto, no debemos olvidar que estamos ante el país democrático más grande del mundo, y en un entorno como el actual en el que los gobiernos tienden mundialmente al nacionalismo y populismo, un gobierno en el que Narendra Modi tenga la obligación de gobernar mediante pactos por el lado social lo vemos positivo, aunque el mercado se lo tome en primera instancia de otra manera. En los últimos tiempos el primer ministro ha tendido hacia un gobierno mucho más personalista, extremando su discurso especialmente por el lado religioso lo que hacía temer el retorno a la antigua autocracia. El gobierno ya ha conocido en su historia otros gobiernos de coalición, y las pautas de crecimiento durante sus mandatos se han mantenido.

El país está categorizado por el Banco Mundial como un país de rentas bajas-medias, pero como continue el fuerte crecimiento del PIB durante la próxima década, siendo ya la quinta economía mundial, se puede convertir rápidamente hacia un país de renta media-alta, tratando de evitar caer en las mismas trampas en las que cayó China.

Por el lado de la apertura extranjera, abrir el país al libre comercio con la eliminación de aranceles a la importación de productos puede ser a medio plazo la mejor manera de hacer crecer el país, pese a que sus industrias más ineficientes sufran en el corto plazo. Durante su anterior mandato, se han firmado acuerdos comerciales con Emiratos Árabes Unidos, Australia y la Asociación Europa de Libre Comercio (EFTA) y está en avanzadas y constructivas conversaciones con Reino Unido y la Unión Europea. Además, el gobierno está en conversaciones con grandes multinacionales del sector privado que están interesadas en el traslado de plantas de fabricación y en inversiones en el país. No debemos olvidar el fuerte movimiento de deslocalización de fábricas de China por el tensionamiento de las relaciones con Estados Unidos y por el acercamiento de las fábricas a sus bases. En geopolítica, el gobierno de Modi sigue una filosofía de evitar tomar partido, aunque siempre ha compartido relación razonablemente buena con China y Rusia, pero en este caso parece que está ligeramente alineado con Estados Unidos. El riesgo geopolítico al invertir en India, tanto a nivel industrial como en mercados financieros de renta variable es muy bajo, y esto juega a su favor, especialmente a la hora de elegir en qué país emergente invertir, con China saliendo mucho peor en esta foto. Además, parece claro que la India puede ser un alumno aventajado si hablamos de cambio de destino de plantas industriales.

Por último, India se ha favorecido de un fuerte flujo inversor los últimos años y esta maquinaria parece difícil de parar. Con inversores saliendo de China ante el cambio de paradigma en el país asiático, y el retraso en la recuperación tras el COVID, el flujo inversor en emergentes se ha trasladado al país indio incluso para inversores japoneses, tratando de reducir su exposición a China. Además, parece que el potencial del crecimiento que se busca al invertir en emergentes lo vas a capturar mejor a futuro en la India, con mejores expectativas de crecimiento. A todo ello, se suma el fuerte interés del inversor local en depositar sus ahorros en el mercado indio, siendo estos inversores retail con cada vez más y con mayor capacidad adquisitiva.

Por el lado de la renta fija, los bonos indios van a añadirse a los índices globales entre este mes de junio y septiembre lo que va a mover inevitablemente fuertes flujos de entrada en su deuda pública. Estos movimientos se espera que sean de 25 mil millones de dólares en los próximos 15 meses.  Con estas entradas en los índices se espera que sea el país con mayor peso en el JP Morgan Government Bond Index-Emerging Market, que tiene un máximo del 10% por país. Esta entrada en los índices provoca un fuerte flujo comprador por parte de ETFs y fondos de deuda emergente que es muy positivo para su deuda local. Cabe resaltar como la agencia de calificación S&P revisó la semana pasada el Credit Outlook del país a positivo desde estable, con un rating soberano de BBB-, a pesar de los resultados electorales.

Por el lado macro, un crecimiento que se mantiene a buen ritmo, del 7,2% para 2024 y superior al 6,7% del 2023, inflación moderada, déficit fiscal a la baja en el 5,6% del PIB para 2024 con un objetivo para 2026 del 4,5% y unas reservas de divisa de 650bn de dólares podemos esperar que el buen momentum de invertir en el país continue. Todo esto unido a un gobierno que se mantiene dado que el total de escaños supera el mínimo para formar gobierno, creemos que podrán superar este bache y mantener su programa de reformas con consenso. Por este motivo, en Welcome nos mantenemos constructivos en renta variable emergente.

Si has estado en Madrid o sus alrededores a lo largo de la semana, serás consciente de la persona que ha estado en boca de todos, Taylor Swift. Si tuviste la oportunidad de presenciar algunos de los dos conciertos de esta artista, estarás de acuerdo conmigo que es un Show único en el que una artista con multitud de talentos da los máximos de si misma. Podrá no gustarte su estilo de música, pero sus habilidades son palpables. A lo largo de 3 horas y media de concierto, sin descanso, se aprecia su gran voz, grandes capacidades de baile y grandes capacidades de cambio de vestuario en segundos (16 cambios). A todo lo anterior añadimos el gran talento de haber publicado 11 álbumes en toda su carrera profesional, con todas las canciones compuestas exclusivamente por ella y haber batido el record de número de álbumes premiamos por los premios Grammys, los más relevantes de la industria de la música.

La gira musical que está actualmente llevando a cabo la artista, The Eras Tour, se compone de 153 conciertos en más de 100 países. Esta gira comenzó a principios de 2023 y termina a finales de este año, 2024. A lo largo del 2023, la artista tocó delante de 4,35 millones de personas y recaudó cerca de 1.000 millones de USD en venta de tickets. Además, del beneficio que se genera por la venta de entrada se considera que está artista tiene una gran repercusión en las ciudades donde actúa con: ventas de merchandising, aumento de precios en los hoteles, aumento de reservas de restaurantes y aumento ventas de prendas para ir vestido adecuadamente al concierto (sombreros, prendas de lentejuelas, complementos rosas…). La repercusión de sus conciertos han llegado a llamarla “Swiftonomics”. Se han llegado a hacer numerosos estudios en los diferentes países en los que actúa y como a lo largo de los días de su estancia se produce un aumento de la inflación temporal.

Es sorprendente como una estrella del Pop puede llegar a tener una influencia tan relevante allá donde vaya. Además, de todos los efectos económicos que provoca su gira, también podemos apreciar la gran repercusión política que tiene la artista. Hasta 2018 Taylor Swift no se había pronunciado en cuanto a su opinión política. Se esperaba que una chica como ella de procedencia de Tennessee y cantante de música Country apoyará al partido Republicano. No obstante, tras un Tweet en 2018, dejo claro su apoyo al partido Demócrata posicionándose en contra de la candidata al senado republicana, Marsha Blackburn, quien más tarde venció. Más tarde Taylor también jugo un papel importante en las elecciones presidenciales de 2020, apoyando a Biden y animando a todos sus fans a darse de alta para votar en las elecciones. Biden ganó un 57% de los votos de mujeres en las elecciones y dos tercios de los votos de mujeres entre 18 y 29 años. Se espera que el papel de Taylor en las elecciones presidenciales de 2024 sea relevante y podría cambiar el voto y animar a votar a gran parte de la enorme masa que compone sus fans.

Finalmente, analizamos la influencia geopolítica de esta artista. Como hemos comentado anteriormente Taylor actuará en más de 100 país tras dos años de gira. La selección de los países en los que toca no es al azar. En el Sur Este asiático el único país en el que actúa es Singapur con 6 conciertos. Políticos de países como Tailandia y Filipinas han criticado este movimiento y afirman que se ha hecho así por el pago de 3 millones de USD por concierto a la artista. Lo que está claro es que en países donde están en contra de los movimientos LGTBI no verán a la artista actuando.

Esta claro que la influencia de Taylor Swift es enorme y hay grandes economistas no subestiman su capacidad cambiar la economía, ¿podría el efecto de su gira ser relevante a la hora de subir o bajar tipos de interés? ¿Qué dice la Ley de Taylor al respecto?

….. swift de la Ley de Taylor

Cuando se trata de política monetaria, los bancos centrales de todo el mundo tienen varias herramientas a su disposición para estabilizar la economía y controlar la inflación. Una de las reglas más conocidas y discutidas es la Regla de Taylor, desarrollada por el economista John B. Taylor. Sin embargo, es importante comprender que la regla de Taylor no es la única regla de política monetaria disponible.

La regla de Taylor es un indicador que sirve para determinar el tipo de interés necesario para estabilizar una economía en el corto plazo, pero manteniendo el crecimiento a largo plazo. Fue introducida por John Taylor en 1992. John B. Taylor, economista y profesor de la Universidad de Stanford, propuso la Regla de Taylor como respuesta a los desafíos planteados por la Gran Inflación. Su gobierno tenía como objetivo proporcionar un marco sistemático para fijar las tasas de interés en función de las condiciones económicas prevalecientes. Al incorporar variables tanto de inflación como de producción, la regla de Taylor buscaba lograr un equilibrio entre la estabilidad de precios y la promoción del crecimiento económico.

Cuando la inflación es muy alta los bancos centrales suelen aumentar los tipos de interés de corto plazo para contenerla, mientras que si el crecimiento económico es muy bajo o hay recesión, los bancos centrales reducen el tipo de interés para impulsar el crédito y el consumo. Taylor asume esa actuación por parte de los bancos centrales, y aunque no sea una norma escrita, la experiencia nos dice que sí se cumple.

Es una regla sencilla que describe bien la relación entre la economía y los tipos de interés en los años 80, pero la simplicidad tiene un coste.

Es difícil capturar en una ecuación todas las variables que influyen en las decisiones de política monetaria, máxime si tenemos en cuenta los cambios acaecidos desde los 80 en el modelo productivo.

Desde su creación, la regla de Taylor no solo ha servido como guía a los bancos centrales para calibrar los tipos de interés, sino también como guía de la oferta de dinero, dado que los tipos de interés y la oferta de dinero están ampliamente relacionados.

La regla de Taylor se basa en tres factores para calcular el nivel óptimo de tipo de interés. Estos tres factores son la diferencia entre la inflación esperada y objetivo, el PIB esperado y la tendencia a largo plazo y por último un tipo de interés neutral a corto plazo, consistente con el pleno empleo. Taylor recomienda utilizar la inflación de un año. La fórmula de la regla de Taylor es:

r = r* + [ 0.5 · (PIBe – PIBt) + 0.5 · (ie – it) ]

Donde:

r = tipo de interés objetivo

r* =  tipo de interés neutral (normalmente 2%)

PIBe = PIB esperado

PIBt = Tendencia del PIB a largo plazo

ie = tasa de inflación esperada

it = tasa de inflación neutral (normalmente 2%)

Muchas veces se utiliza además la inflación de los últimos cuatro cuatrimestres para calcular la regla de Taylor, estableciendo el tipo de interés neutral en el 2%. Siendo la fórmula:

r = 2 + p + [ 0.5 · (PIBe – PIBt) + 0.5 · (ie – it) ]

Donde p es la inflación de los últimos cuatro cuatrimestres.

Ejemplo:

Supongamos que estamos ante una situación de crecimiento económico bajo comparado con lo esperado (1%), y a su vez la inflación está cercana a cero (0,5%). Donde:

r* =  tipo de interés neutral = 2%

PIBe = PIB esperado = 1%

PIBt = Tendencia del PIB a largo plazo = 3%

ie = tasa de inflación esperada = 0,5%

it = tasa de inflación neutral = 2%

r = 2% + [0.5 · (1% – 3%) + 0.5 · (0.5% – 2%)] = 0,25%

r = 2% + [-1% + (-0.75%)] = 0,25%

En el ejemplo podemos ver que, si solo tuviéramos en cuenta el crecimiento económico, deberíamos bajar el tipo de interés para así impulsar la economía. Es decir, bajar el tipo de interés al 0,25%.

Los críticos argumentan que la regla de Taylor simplifica demasiado la naturaleza compleja de la economía al depender únicamente de dos variables: la inflación y la producción. Sostienen que también deben considerarse otros factores, como las condiciones del mercado financiero, los tipos de cambio y las tendencias económicas globales, al determinar las tasas de interés.

Algunos economistas proponen marcos alternativos a la regla de Taylor. Por ejemplo, centrarse en el crecimiento del PIB nominal en lugar de en la inflación y las desviaciones del producto podría proporcionar una medida más integral del desempeño económico. Otros abogan por un enfoque más discrecional, que permita a los bancos centrales ajustar las tasas de interés en función de una gama más amplia de indicadores y condiciones económicas.

Al utilizar la regla de Taylor como punto de partida e incorporar información y análisis adicionales, los bancos centrales pueden tomar decisiones más informadas que logren un equilibrio adecuado entre estabilidad y crecimiento. El debate en curso y la exploración de marcos alternativos demuestran la naturaleza dinámica de la política monetaria y la necesidad de una evaluación y adaptación continuas.

La regla de Taylor se desarrolló sobre la base de datos históricos y marcos de política monetaria convencionales. Como resultado, es posible que no esté bien equipado para manejar medidas políticas no convencionales, como la flexibilización cuantitativa o la orientación prospectiva, que se han vuelto cada vez más frecuentes en los últimos años. Estas políticas no convencionales tienen como objetivo estimular la economía en tiempos de crisis, pero pueden no alinearse con las prescripciones de la regla de Taylor. Los críticos argumentan que la norma debe adaptarse o complementarse para dar cabida a estas herramientas políticas no convencionales.

La regla es intuitiva y sencilla aplicar (eso es bueno), pero:

1- Lleva demasiados años alejada de la realidad. Los tipos teóricos aplicando la regla de Taylor, se alejan de manera significativa de los tipos de mercado desde los años 90.

2- La fórmula no captura aspectos decisivos para la política monetaria como la liquidez, la estabilidad financiera (reservas/capital de la banca comercial) y la gestión del balance de los bancos centrales (QE/Quantitative Easing/expansión monetaria y/o QT/Quantitative Tightening/endurecimiento monetario).

3- La globalización (eficiencia en la asignación de recursos), la tecnología (productividad) y el envejecimiento poblacional (potencial de crecimiento bajo) conllevan una alteración en las hipótesis originales de la regla de Taylor (tipo de interés de equilibrio/neutral rate, perspectivas de Inflación & potencial de crecimiento a largo plazo).

Otras reglas de política monetaria:

A) Regla de McCallum: propuesta por el economista Bennett McCallum, esta regla sugiere que el banco central debería responder a las desviaciones del nivel de precios respecto de una trayectoria objetivo, en lugar de centrarse únicamente en la inflación. Su objetivo es estabilizar el nivel de precios a largo plazo, teniendo en cuenta tanto los riesgos de inflación como de deflación.

B) Regla de Friedman: Esta regla, que lleva el nombre del economista Milton Friedman, sugiere que el banco central debe aspirar a una tasa de crecimiento constante de la oferta monetaria. Según Friedman, una tasa de crecimiento estable y predecible de la oferta monetaria ayudaría a estabilizar la economía y evitaría una inflación o deflación excesiva.

C) Objetivos de inflación: este enfoque implica establecer un objetivo específico de inflación y ajustar la política monetaria para alcanzar ese objetivo. Proporciona un objetivo claro y mensurable para los bancos centrales, mejorando la transparencia y la rendición de cuentas. Sin embargo, no considera explícitamente la brecha del producto ni otras variables económicas.