Cómo conocernos mejor a nosotros mismos.  Homenaje a Kahneman.

Hoy vamos a escribir algo entretenido para el puente. La gente que piensa, escribe, lee y no ha tenido una enfermedad letal suele ser muy longeva. El máximo de creatividad suele darse a los 20 y 30 años, pero si a esa edad has entado las bases de un pensamiento desarrollarlo y perfeccionarlo suele ser una tarea continua. Kahneman nació en marzo. Estadísticamente los que nacen en el primer trimestre tienen cierta ventaja educativa.

Cuantas veces en un comité de inversión hemos dicho, no dejes que la realidad estropee una bonita historia. Como dice Kahneman “Las personas estamos diseñadas para contar la mejor historia posible”. En el Comité solo escuchamos al que está de acuerdo con nosotros y en la vida tenemos empatía con quien piensa como nosotros: “Todos, incluso los científicos, vamos por la vida buscando argumentos para confirmar lo que ya creemos: preferimos ratificar que explorar”. Cuando nos gusta algo de una persona, de una idea o de una institución, todo lo demás, que desconocemos, también nos gusta; y viceversa. Reducimos lo que existe a lo que conocemos. A falta de respuestas a preguntas difíciles nos inventamos preguntas fáciles y las resolvemos; así nos deshacemos de la duda y de la dificultad.

«Después de los 60 somos más felices. No te ilusiones tanto por lo bueno, pero ves lo que es malo con más distancia y así consigues un equilibrio emocional más gratificante» DK

Mejor pensar que reflexionar. Esta semana era necesario escribir y recopilar sobre esto. No por su fallecimiento sino por su aportación brutal.  Antes de Kahneman, y de su trabajo con su antiguo colaborador Amos Tversky, la teoría económica se basaba en la idea de que las personas eran «actores racionales» capaces de evaluar las opciones con claridad.

Daniel Kahneman: “La gente vota sobre cosas de las que no tiene ni idea”

Pero Kahneman demostró que el instinto interviene a menudo en la toma de decisiones.

Todos somos resultadistas. Lo importante es el proceso, la metodología, la forma de trabajar. Cuando los mercados financieros, especialmente los de renta variable, obtienen rendimientos positivos, las ganancias generadas se suelen identificar con una adecuada toma de decisiones. Y cuando cae, las pérdidas provocan cierto sentimiento de derrota. Hay resistencia a perder y, por tanto, a aceptar un resultado negativo. Hay que establecer un proceso. Y lo primero que hay que hacer es proteger la esencia. Es decir, hay que proteger a las personas que no están de acuerdo y a los pesimistas, porque a menudo el grupo se entusiasma. Especialmente si el líder apoya una idea. Por lo general hay una persona que está a cargo de la decisión. Pero es extremadamente importante proteger a esas personas cuando se les echa la culpa o cuando las decisiones se estropean.

Porque hay que reconocer que la decisión es una apuesta, que no hay garantía de éxito, que la mejor decisión posible puede llevar al fracaso y puede ser muy costosa. Y se vuelve extremadamente importante proteger a las personas. De lo contrario, la gente va a ser demasiado conservadora, demasiado reacia al riesgo. Así que calibrar la organización para que asuma la cantidad correcta de riesgo requiere realmente ese tipo de protección de las personas frente a sus errores.

“Creemos que castigar es más efectivo que premiar, pero casi siempre es lo contrario”DK

Además, su trabajo arroja dudas sobre la teoría de los mercados financieros eficientes, sugiriendo que los movimientos del mercado no siempre reflejan racionalmente toda la información disponible, sino que también son producto de reacciones psicológicas colectivas. Kahneman, por lo tanto, ha abierto la puerta a un entendimiento más matizado de la economía, uno que reconoce la influencia de los factores psicológicos en nuestras decisiones económicas y financieras.

“Adaptamos la realidad a la mente, no la mente a la realidad”DK

Los dos sistemas

Hace casi 10 años, como profesor honorario de la Woodrow Wilson School de Princeton, Kahneman habló en el Foro Económico Mundial de los dos sistemas de pensamiento y de cómo influyen en la toma de decisiones.

«Utilizo los Sistemas 1 y 2 como metáfora. Utilizo el Sistema 1 para describir el pensamiento automático. Eres casi el espectador de cómo te vienen a la mente esos pensamientos.»

«Utilizo el Sistema 2 para describir el pensamiento más deliberado. Siento que soy el autor de mis acciones y mis pensamientos cuando proceden del Sistema 2, mucho más que del Sistema 1».

«El Sistema 1 proporciona sugerencias. Cuando son respaldadas por el Sistema 2 se convierten en las creencias que tenemos, las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos».

La regresión a la media, la aversión a la pérdida o la ilusión del foco

El trabajo de Kahneman deja un reguero de nociones muy interesantes. Como la regresión a la media (a un resultado extraordinario le suele seguir uno normal), la aversión a la pérdida (¿por qué duele más perder 100 euros que lo que disfrutamos ganándolos?), o la ilusión de foco (nada en la vida es tan importante como crees que es cuando estás pensando en ello).

Si un gestor de fondos bate dos años seguidos la bolsa creemos que esto se debe, sin duda, a que es mejor que todos los demás. Algo que, en cambio, puede ser totalmente erróneo. También teorizó sobre la asimetría de las tomas de decisiones: los seres humanos preferimos no perder 100 dólares antes que ganar 100 dólares. «No actuamos necesariamente para conseguir la máxima utilidad», repetía. «Cuando invertimos no lo hacemos sólo porque queremos ser más ricos, pero porque también buscamos satisfacción, placer… Lo queremos todo a la vez».

«A los consumidores no les importa en absoluto si el precio de la bombona de butano sube o si la gasolina sale más cara. Lo que nos afecta son los cambios en nuestra comunidad local. Por ejemplo, si vemos a nuestro alrededor que el paro aumenta puede entonces que reduzcamos nuestros gastos». DK

Teoría de las perspectivas

¿Te operarias igual si te dicen que en lugar de un 70% de probabilidad de sobrevivir tienes un 30% de fallecer en la operación? La Teoría de las perspectivas fue otro pequeño terremoto, mostrando cómo nuestras decisiones están fuertemente influenciadas por cómo se nos presentan las opciones, incluso por encima en ocasiones del valor real de esas opciones. Esto tiene implicaciones enormes no solo en economía sino, por ejemplo, en políticas públicas, donde un diseño basado en este entendimiento de las opciones puede llevar a mejores resultados en ámbitos como salud o educación.

La percepción de la realidad cambia según el orden de las listas. Si nos dicen, por ejemplo, que alguien es inteligente, diligente, impulsivo, crítico, testarudo, envidioso, tenemos una imagen de la persona muy diferente a la que nos hacemos si nos dicen lo mismo, pero en el orden inverso.

«Un ataque terrorista no llega a tener repercusiones capaces de modificar las decisiones económicas. Por lo general, el hombre tiende a exagerar los riesgos del terrorismo. Piense en mí país, en Israel. Por muchos atentados que sufrimos, el número de víctimas no supera los muertos por carretera. Y seguimos recibiendo turistas». DK

El valor dado a la certeza

El valor dado a la certeza o a la probabilidad de conseguir un premio difiere. El ser humano prefiere el premio seguro, es decir, la ganancia cierta, aunque sea de menor cuantía, que el premio probable, aunque la recompensa o la cuantía del mismo sea más alta.

UN POCO DE SU VIDA

Daniel Kahneman (Tel Aviv, Palestina británica, 5 de marzo de 1934 – 27 de marzo de 2024)​fue un psicólogo israelí-estadounidense reconocido por su trabajo sobre la psicología del juicio y la toma de decisiones, así como sobre la economía del comportamiento. Sus hallazgos empíricos desafían el supuesto de la racionalidad humana que prevalece en la teoría económica moderna.

Considerado ampliamente como el psicólogo vivo más influyente del mundo, en sus conferencias Daniel Kahneman expone de manera sencilla y a través de ejemplos sus teorías y cómo se comporta la mente humana a la hora de tomar decisiones en diferentes situaciones, y cómo la economía y las políticas públicas desempeñan un papel fundamental en nuestra propia conciencia.

Daniel Kahneman ha sido profesor de Psicología en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en la Universidad de British Columbia y en la Universidad de California en Berkeley y catedrático en el departamento de Psicología de la Universidad de Princeton.

Kahneman ha sido miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias y de la Academia Nacional de Ciencias, de la Asociación Americana de Psicología, la Sociedad Americana de Psicología, la Sociedad de Psicólogos Experimentales y la Sociedad Econométrica.

El profesor de Princeton ayudó a demostrar que las personas usamos atajos para tomar decisiones o emitir juicios. Unos atajos imbricados en nuestra mente, que a menudo resultan útiles, pero que a veces nos llevan a lo que él llamó “errores sistémicos y severos”. Los humanos no éramos robots racionales, como asumían algunas teorías económicas clásicas, sino algo más limitado y falible. Su trabajo lanzó lo que hoy se conoce como economía del comportamiento.

Daniel Kahneman es licenciado en Psicología (con una especialización en Matemáticas) de la Universidad Hebrea de Jerusalén, posee un doctorado en Psicología de la Universidad de California, Berkeley.

En 2002, conjuntamente con Vernon Smith, fue laureado con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel por haber integrado aspectos de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre. Es llamativo que Kahneman ganara este premio siendo psicólogo de profesión, por lo que erróneamente en algunas fuentes se le cita como economista. Este premio sería también compartido con Amos Tversky (Psicólogo Matemático), dado el conjunto significativo de trabajo conjuntamente desarrollado, lamentablemente falleció de melanoma metastásico (un tipo de cáncer de piel) antes de finalmente ser laureados por sus contribuciones.

Kahneman ha sido un intelectual raro en estos tiempos dominados por la rotundidad: él era cauteloso. Como cuenta Michael Lewis en su magnífico libro sobre la amistad de los dos psicólogos, Deshaciendo errores (Debate), Kahneman era un tipo brillante a ojos de cualquiera excepto él mismo. Era inseguro. Dudaba de todo. Esa actitud tiene sus ventajas: la colaboración con Tversky nació porque Kahneman detectó un problema en una teoría dominante escuchando al primero en una conferencia. No es casual que sus grandes contribuciones sean conocimiento negativo: encontró fallos en la racionalidad económica y en nuestras mentes. Pero su temperamento también tenía un precio: Kahneman dudaba de sí mismo. Por eso necesitó al valiente Tversky, como él mismo explicó: “Era gratificante sentirme como Amos, más listo que casi cualquiera. Había algo liberador en ser arrogante”.

Daniel Kahneman nació en Tel Aviv, Mandato británico de Palestina, en 1934, donde su madre estaba visitando a familiares. Pasó sus años de infancia en París, Francia, donde sus padres habían emigrado desde Lituania a principios de los años veinte. Kahneman y su familia estaban en París cuando fue ocupado por la Alemania nazi en 1940. Su padre fue detenido en la primera redada mayor de judíos franceses, pero fue puesto en libertad después de seis semanas debido a la intervención de su empleador. La familia siguió unida el resto de la guerra, y sobrevivió intacta a excepción de la muerte del padre de Kahneman, por diabetes, en 1944. Kahneman y su familia se trasladaron entonces a la Palestina británica en 1948, poco antes de la creación del Estado de Israel.

El enigma de los dos hospitales

Escribió un libro superventas, Pensar rápido, Pensar despacio (Debate). Sus historias y experimentos son una maravilla de inteligencia. Como este enigma famoso: «Un pueblo tiene dos hospitales. En el grande nacen 45 bebés al día y en el pequeño 15. En general, el 50% de nacimientos son niñas, pero los porcentajes varían cada día. ¿Qué hospital registrará más días en los que el 60% de los bebés son niñas? ¿En el grande, en el pequeño, o en los dos igual?»

La mayoría de gente responde que igual. Es lo que nos dice uno de esos atajos que Kahneman descubrió. Pero la respuesta correcta es el hospital pequeño (sus nacimientos son una muestra menor y por tanto con más varianza). En 1971, Kahneman y Tversky demostraron que hasta estadísticos profesionales contestaban mal cuando pensaban deprisa. Llamaron al fenómeno la creencia en la ley de los pequeños números, que es el título de su primer artículo, una bomba disfrazada de broma. Un pilar de la ciencia estadística es la ley de los grandes números, pero se llama así por algo: solo se cumple con muestrasgrandes. Kahneman y Tversky descubrieron que nuestro cerebro ignora eso y la aplica (mal) a números pequeños.

La higiene de la decisión

Hay quetratar de hacer que los juicios sean estadísticamente independientes unos de otros. Eso significa dividir los problemas de juicio y tratar cada subproblema de forma independiente antes de que se combinen.

Significa conseguir que, cuando un grupo tenga que tomar decisiones, los individuos intenten llegar primero a sus decisiones individuales y luego empezar a discutirlas, en lugar de desarrollar una opinión en el curso de una discusión de grupo, que tiende a ser más ruidosa. Así que hay procedimientos que, si se siguen, reducen el ruido, reducen el sesgo y mejoran las decisiones. Y a eso lo llamamos higiene de la decisión.

Kahneman y la Inteligencia Artificial

Kahneman sugiere que la IA podría tomar decisiones mejor que los seres humanos en muchos campos, desde el aterrizaje de aviones hasta la detección de enfermedades, debido a la mejora continua y la capacidad de procesar grandes volúmenes de datos de manera eficiente. Este avance plantea preguntas significativas sobre el futuro del liderazgo y la toma de decisiones en las organizaciones, especialmente cuando la IA comience a tomar decisiones (o ayude a tomarlas) que tradicionalmente han sido dominio de los líderes humanos. Plantea que la adaptación a esta nueva realidad requerirá un equilibrio entre confiar en las capacidades de la IA y proteger a aquellos que plantean dudas o tienen perspectivas diferentes, algo que Kahneman ve como esencial para una buena cultura de toma de decisiones.

En el mundo actual, la mayoría de las decisiones las toman las personas. Esto va a seguir siendo así durante un tiempo, pero el número de decisiones que se toman mejor por la inteligencia artificial aumenta cada año. Es decir, cada año, más y más juicios y decisiones que las personas solían tomar se hacen mejor por las máquinas.

Pasa en el aterrizaje de aviones, para ir al espacio, para detectar problemas en la retina o cáncer de mama. El número de decisiones reales en las que la inteligencia artificial es mejor que las personas aumenta cada año.

Va a ser muy interesante cuando la inteligencia artificial se convierta en lo suficientemente buena, algo que es una cuestión del tamaño de las bases de los datos y la calidad del análisis de esas bases datos, como para tomar las decisiones que ahora son de los líderes y sea casi tan buena como la gente.

Entonces, dentro de un tiempo corto, la inteligencia artificial será mejor que las personas. Y cómo los líderes van a hacer frente a la inteligencia artificial que tiene mejores juicios empresariales que ellos va a ser una cuestión muy interesante que va a suceder en las próximas décadas.

En este momento, parte del liderazgo consiste en confiar en su intuición y en su capacidad de ver el futuro. Exageramos nuestra confianza en los líderes y en su juicio.

Las organizaciones, que están impulsadas por los beneficios, por los accionistas y por los consejos de administración van a tratar de optimizar mucho más que los gobiernos, así que es de esperar que la introducción de la inteligencia artificial en el juicio de la toma de decisiones en la organización comercial y las empresas va a llegar más rápido que en el gobierno, donde la política va a jugar un papel importante durante mucho más tiempo.

Pero cuando exista esa competencia, cuando la inteligencia artificial pueda juzgar la calidad de las decisiones empresariales, no tengo idea de cómo van a afrontarlo los líderes y las organizaciones. Pero no va a ser fácil. Eso es bueno.

Él mismo se definió como «el abuelo de la economía del comportamiento» cuando le preguntaron cómo le gustaría que fuera su obituario en una entrevista al Times en 2016.

Pues eso…..