Durante este año, hemos pasado de descontar un escenario macroeconómico de “hard landing”, después un “soft landing” e incluso en algunos momentos el más benigno: “Goldilocks”. Esta situación ha supuesto un cambio constante de expectativas de tipos por parte de los participantes de mercado, que, en marzo de este año, llegaron a descontar rebajas de hasta 100 pb en 2023. Nosotros no pensamos que los bancos centrales comiencen a bajar tipos este año. Pensamos que entramos en un periodo de estabilidad en tipos. El fuerte endurecimiento de las condiciones de financiación derivadas de las subidas de tipos, reducciones de balances de los bancos centrales y restricciones de acceso al crédito, van a llevarnos a medio plazo a una posible recesión que servirá como estabilizador en la lucha contra la inflación.

Una de las principales noticias del año hasta ahora ha sido la resistencia del mercado, lo cual fue un resultado inesperado tanto para nosotros como para muchos otros participantes. Pero esa historia se ha visto complicada por otra: la «Historia de dos índices», que revela cómo casi todo ese repunte fue impulsado por un conjunto de valores tecnológicos de megacapitalización.

Hay que ser consciente de dónde venimos y analizar la historia. Hemos vivido una década que se da muy pocas veces. Vemos esperanzas de retorno de los distintos activos más bajas que las que hemos tenido en función de los datos futuros.

Cada vez más vemos esto reflejado en la disminución de los rendimientos de los bonos, la desaceleración de las ganancias corporativas según el NIPA, el debilitamiento del mercado laboral, la inflación más moderada y otros datos económicos líderes. Por tanto, estaremos buscando señales del impacto de la disminución del crecimiento nominal en los informes del segundo trimestre, así como posibles efectos secundarios en las estimaciones de ganancias consensuadas para el resto del año.

Cada vez vemos más claro que el foco del mercado está cambiando. Pasamos de focalizarnos en inflación, a prestar mayor atención al crecimiento. ¡¡¡¡Recordemos que hemos asistido un aumento de 500 pb en los Fed Funds en 15 meses!!!! Según un análisis de Pimco realizado a lo largo de 70 años en 14 mercados desarrollados, los aumentos en probabilidad de recesión y el desempleo generalmente comenzaron alrededor de 2 a 2,5 años después del inicio de un ciclo de alza. El ciclo de aumento actual comenzó hace poco más de un año, en marzo de 2022, pero el rápido ritmo y el alcance de los aumentos posteriores pueden aumentar el riesgo de que la recesión y el aumento del desempleo ocurran antes del promedio histórico. Y es que cada vez son más evidentes lo signos de que la actividad económica se está desacelerando.

Y la siguiente pregunta que nos surge, es si sobreponderar o no renta variable, qué hacer con esa asignación.
 
Hoy en día, y tras la brusca subida de tipos, tenemos alternativas muy interesantes en el mundo de la renta fija, que hacen que, en muchos sectores o compañías, preferimos ser bonistas que accionistas, pues la rentabilidad esperada, ajustada al riesgo resulta muy atractiva.
 
A medida que nos adentramos en un entorno de mayor incertidumbre, la renta fija puede ser una pieza clave. Creemos que los bonos hoy aportan unos niveles de rendimiento muy atractivos frente a la renta variable, ofreciéndonos un equilibrio entre la generación de ingresos y la protección frente a escenarios económicos a la baja. Los bonos también ofrecen el potencial de revalorización en caso de un mayor deterioro económico.
 
Por eso hemos ido comprando bonos subordinados tanto corporativos como financieros ya que creemos ofrecen un ratio rentabilidad/riesgo mucho mejor.

En el caso de Europa, todo parece indicar que tendremos una última subida de 25 pb a mediados de junio. Después parecería lógico que los mantuviera estable durante cierto tiempo. El mercado descuenta mayores subidas, pero no estamos de acuerdo con ello.

Vemos un entorno de caída de la demanda interna próxima, ya que por un lado el consumo privado se está sosteniendo sobre el ahorro, por otro ya se empieza a plantear claramente la necesidad de una cierta reducción del déficit público, y por último, tras la publicación de los últimos datos de crédito por el ECB se observa una importante contracción, con una caída en la demanda de crédito del 38%.

Mucho se ha escrito este año sobre la dispersión de los distintos sectores y en concreto sobre los siete magníficos. Lo veremos más adelante en profundidad. Pero esta vez no se debe a los tipos de interés ni a la duración de la renta variable sino mayoritariamente al crecimiento descontado de la inteligencia artificial. Si consideramos la fórmula FCF (1+g) / WACC-g   para valorar una empresa a perpetuidad vemos como la “g” estimada ha llevado la tasa de descuento a un nivel muy bajo y le vuelve a dar al valor residual un peso muy elevado en la valoración.

En finanzas se utilizan con mucha frecuencia las fórmulas de perpetuidades para valorar acciones, bonos y empresas. La valoración por descuento de flujos de caja es un método de valoración que considera a la empresa como un ente generador de flujos de efectivo (negocio en marcha) y estipula que el valor de las acciones de una empresa proviene de la capacidad de la misma de generar flujos de caja para los accionistas en el futuro.

La generación de flujos futuros no es un dato cierto, sino expuesto a una incertidumbre que puede erradicarse, y por lo tanto requiere de un ejercicio de estimación detallado y riguroso de la evolución del negocio y la evolución de cada una de las partidas que finalmente determinan el flujo de caja de la empresa en cada periodo. A su vez será necesario descontar la generación de caja de cada periodo por una tasa de descuento que incluya tanto la preferencia temporal como el riego asociado a dicha actividad empresarial.

El valor residual se suele calcular como una renta perpetua (con un crecimiento constante a perpetuidad g) de forma que se tenga en consideración la duración indefinida de un negocio. El procedimiento estándar es calcular los flujos de caja para los próximos 5 años y a partir de ese periodo aplicar un valor residual, si bien depende de las características de la valoración. En el caso de una empresa cuya vida esté limitada y sea conocida de antemano, lo correcto consistiría descontar los flujos hasta el último periodo sin incluir un valor residual.

Cuando los tipos de interés se convierten en una inversión alternativa y su rentabilidad duplica la rentabilidad por dividendo del mercado americano te das cuenta de que los mercados privados e ilíquidos sufren en flujos y que la renta variable exige un derating. Esto todavía no se ha producido en múltiplos debido al efecto concentración en muy pocos valores. No debemos olvidar lo que son 3 trillones de capitalización. Pongamos sentido común. Quizá estamos en un momento donde debe primar el análisis Bottom Up frente a Top Down.

Creemos que el estilo valor lo hará mejor que el crecimiento. La asignación estratégica de activos tiende a estar orientada al valor, porque el valor es una de las fuentes de rentabilidad que se convierte en dominante en horizontes temporales a medio plazo, de cinco a siete años.

El peso de los beneficios empresariales no ha caído. La inflación se contendrá de verdad cuando esto ocurra. Hay muchas empresas que han subido precios sin que hayan sufrido incremento de costes. Las empresas de alimentación sí que se han visto perjudicadas por los costes mayoritariamente por la guerra de Ucrania, la principal tierra cultivable. Al dispararse la marca blanca las empresas grandes sufren e intentan recuperar parte de las ventas perdidas vía márgenes hasta llegar al umbral de dolor que no es otro que cuando la subida de precios agudiza la caída de ventas.

Al final la clave en los modelos de valoración está en la tasa de descuento. La década pasada se benefició por un coste de la tasa libre de riesgo y una prima muy baja, este se mantiene la prima baja pero se ha ajustado el tipo de interés. Veamos un hecho atípico o mejor dicho un disparate.

Vamos a tratar de explicar cómo hemos entrado en una referencia circular. Si no caen los márgenes no cederá la inflación y si esta no cede el riesgo recesión será la que acabe con el crecimiento de beneficios. Si no hay más rotación ni expansión del crédito, toda mejora de los retornos de las empresas provendrá del margen. Es de esperar que estos y los retornos cedan por eso es tan importante invertir en empresas con barreras de entrada y ventaja competitiva sostenible.

Durante los últimos meses, un nuevo vocablo anglosajón se ha introducido en los debates de los economistas. Se trata de la greedflation, o inflación de la codicia, y resulta de la acusación que algunos observadores hacen a las empresas de hinchar los precios más allá de lo que suben sus costes, ampliando así sus márgenes a costa de la población. Jackson Hole (24 al 26 de agosto) podría ser un buen momento para reflexionar sobre el objetivo de inflación y sobre cuál sería la combinación inflación-crecimiento más beneficiosa para la economía.

Albert Edwards, estratega de mercados globales de Société Générale, tiene claro que existen esos incrementos exagerados de precios, lo que a su vez hace que la inflación siga alta y los bancos centrales no puedan levantar el pie del acelerador en las subidas de tipos. A su vez, opina, este escenario está retrasando la recesión que muchos predecían.

“Los beneficios empresariales lideran los ciclos económicos. Cuando las ganancias empiezan a declinar, a menudo como consecuencia del aumento de costes y menor demanda, las compañías recortan la inversión y el empleo para mantener su rentabilidad o mejorar sus ingresos de caja”, explica Edwards.

Cuando la Gestión pasiva entra en zona de gran riesgo

Lo que realmente ha ocurrido en 2023 es que los llamados «Siete Magníficos», es decir, los mayores valores estadounidenses ,Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Tesla y Meta, se han revalorizado sustancialmente, yendo hacia arriba de la rentabilidad media ponderada por capitalización bursátil de cualquier índice estadounidense o mundial en el que se encuentren.

La media de rentabilidad y valoración de esos índices es significativamente inferior. Si se eliminan por completo a los Siete Magníficos, los índices apenas arrojan resultados positivos este año. La valoración del índice S&P 500 cae de un pronunciado múltiplo de 19 veces las ganancias futuras a un múltiplo más razonable de 17 veces.

Asimismo, dado que el repunte del mercado ha estado tan concentrado, y tan centrado en una combinación de calidad defensiva y la única historia de crecimiento dominante de la inteligencia artificial generativa, la media también oculta un alto nivel de dispersión entre los valores que quedan al margen de los Siete Magníficos.

En todos los mercados públicos y privados, observamos que la gestión activa, tanto por parte de los gestores de carteras como de los gestores de sociedades, es cada vez más decisiva en la búsqueda de valor, crecimiento y generación de rentabilidad. Para los inversores dispuestos a ser selectivos y dar prioridad a la gestión activa, creemos que hay muchas más oportunidades en el mercado de las que los números actuales de los índices podrían sugerir.

La fulgurante trayectoria del Nasdaq 100 en lo que va de 2023, con una revalorización del 42% desde enero, va a tener consecuencias en su composición, lo que a su vez exigirá un ajuste en fondos con casi 300.000 millones de dólares en activos que replican el principal índice tecnológico de la Bolsa estadounidenses.

Se trata de un ajuste extraordinario, consecuencia del fuerte incremento de los principales valores del Nasdaq. Una de las reglas de este índice señala que si las cotizadas con más de un 4,5% de peso individual superan en conjunto el 48% del total, su peso agregado tendrá que ser rebajado al 40%.

Al principio de julio, Tesla superó esa barrera individual del 4,5%, y al sumar el peso de esa empresa con los de Microsoft, Apple, Alphabet, Nvidia y Amazon, también se rompió el límite del 48%, lo que provocó el anuncio de la recomposición del índice.

Hoy, por tanto, el Nasdaq tendrá que reducir en un 8% el peso agregado de esos seis valores.

Conclusión: Por una estimación del valor residual brutal, por una recomposición de los índices, por una prima de valoración en máximos, por una capitalización absoluta disparada creemos que los siete magníficos se estancarán una temporada. Es el momento de buscar nuevos mosqueteros.

Tras un complicado ejercicio 2022, los inversores con carteras multiactivo han logrado obtener rentabilidades positivas tanto en renta variable como en renta fija en la primera mitad del 2023. La renta variable de mercados desarrollados ha tenido una rentabilidad cercana al 13% en lo que va de año. Dentro de la renta variable, destaca el comportamiento de las acciones “growth” que se desplomaron el año pasado y que han logrado un espectacular repunte. El Nasdaq, la bolsa donde cotizan las tecnológicas, ha aumentado un 32%. Su mejor primera mitad de año desde 1983.

El año pasado fue muy duro para la renta fija, y todavía está recuperándose. La rentabilidad de la renta fija gubernamental global ha sido tan solo del 1% en lo que llevamos de año, mientras que el crédito, se revaloriza entre un +3% para el grado de inversión, y un +5% de los bonos de alto rendimiento. Por su parte, las materias primas, que fueron la clase de activo que mejor se comportó el año pasado, han perdido parte de su rentabilidad; concretamente, un 8% YTD. Así pues, los segmentos de mercado que mejor y peor se comportaron el año pasado, han invertido sus papeles. Vuelve a quedar patente la importancia del “time in the market”, mantener una estrategia sólida, clara a medio/largo plazo, y diversificar carteras. Los inversores han fallado con frecuencia en la prueba de mantener posiciones; a largo plazo, las primas incorporadas para compensar el riesgo han proporcionado en general sólidos rendimientos y esa es la recompensa por mantener el rumbo a través de los altibajos de la economía y los precios de mercado.

Hoy queremos profundizar en un aspecto clave de esa diversificación, que es entender las correlaciones entre activos. La correlación no es más que una medida estadística que proporciona información sobre la magnitud en que dos variables, por ejemplo, aquí vamos a comentar la relación entre los precios de las acciones y los precios de los bonos gubernamentales, se mueven una en relación con la otra en un determinado tiempo. La correlación, se mueve entre -1 y 1. Un coeficiente de correlación negativo indica que dos series temporales están negativamente correlacionadas durante un periodo de tiempo. Si una variable sube la otra baja, y viceversa. Lo contrario con un coeficiente positivo, pues ambas se mueven en mismo sentido. Si fuera cero no tienen ninguna relación entre sí los movimientos de ambos activos.

Las correlaciones entre clases de activos son importantes a la hora de construir una cartera, pues si se consigue diversificar entre clases de activos que no estén altamente correlacionados, previsiblemente logrará reducir la volatilidad de su cartera.

Como podemos ver en el gráfico adjunto, la correlación entre acciones y bonos está en máximos de 25 años. Es indiferente mirar al mercado americano o al europeo.

Las correlaciones cambian. Se puede observar que históricamente ambos activos han tenido una correlación negativa durante los últimos 20 años, beneficiándose los inversores de esta situación a la hora de construir carteras. Sin embargo 2022 tanto la renta fija como la renta variable correlacionaron positivamente, dejándonos uno de los peores años para las carteras multiactivos. La inflación elevada y las agresivas políticas de endurecimiento de los bancos centrales han sometido a los mercados financieros a una importante presión. Los inversores no han tenido prácticamente ningún lugar donde esconderse.

Esta situación ha dificultado la tarea de diversificar la exposición en un momento de incertidumbre macro y alta volatilidad en tipos de interés. Muchos han optado por refugiarse en fondo monetarios. Sin duda ha tenido sentido, pero algo está cambiando. Hagamos un “zoom” a corto plazo.

Las correlaciones están volviendo a terreno negativo entre renta variable y renta fija, a diferencia de lo que pensaban muchos a principios de año diciendo que la renta fija no volvería a servir como activo diversificador.

Por lo tanto, tras el fuerte repunte de tipos, recordemos que hemos asistido un aumento de 500 pb en los Fed Funds en 15 meses, cada vez resulta más atractivo, desde el punto de vista de la diversificación, contemplar los bonos de gobiernos como una fuente de descorrelacion, y ahora adicionalmente como una fuente de retorno. Recordemos que, por ejemplo, el bono americano a dos años paga casi un 5%.

En el siguiente gráfico podemos observar el rendimiento de tres activos: renta variable, renta fija corporativa y letras. Como podemos comprobar las tres alternativas tras años ofreciendo rentabilidades acordes a su riesgo, remunerando más aquella más arriesgada, hoy en día ofrecen el mismo rendimiento. Por lo tanto, cada vez encontramos menos incentivo por asumir riesgos que no están siendo correctamente remunerados, mientras que la renta fija, ya sea en tipos a corto, o a medio plazo, cada vez resulta más atractiva.

Hoy en día, y tras la brusca subida de tipos, tenemos alternativas muy interesantes en el mundo de la renta fija, que hacen que, en muchos sectores o compañías, preferimos ser bonistas que accionistas, pues la rentabilidad esperada, ajustada al riesgo resulta muy atractiva.

Cascabel al gato. De cara a poner en contexto donde han estado, y donde están las yields de los principales activos de renta fija.

A medida que nos adentramos en un entorno de mayor incertidumbre, la renta fija será pieza clave. Creemos que los bonos hoy aportan unos niveles de rendimiento atractivos frente a la renta variable, ofreciéndonos un equilibrio entre la generación de ingresos y la protección frente a escenarios económicos a la baja. Los bonos también ofrecen el potencial de revalorización en caso de un mayor deterioro económico.

No nos sorprende que nos cuenten que los italianos son los mayores consumidores de pasta per cápita a nivel mundial, consumiendo una media de 23Kg al año. En lo que llevamos de año la pasta ha subido un 15% mensual de media.  Los pobres italianos han experimentado un crecimiento de los precios de su cesta de la compra exponencial. Italia ha sido el país de la Unión Europea más resistente a las subidas de tipos de interés, siendo sus datos de inflación elevado hasta mayor, entorno a un 8%. Sin embargo, el último dato, publicado el miércoles pasado, la inflación se ha contraído hasta 6,7%.

Como muchos sabéis, el pasado 25 de octubre se celebraron las elecciones italianas, ganando la presidencia Meloni, perteneciente al partido de centroderecha Hermanos de Italia. Este partido se caracteriza por ser euroescépticos. Sin embargo, desde las elecciones no hemos escuchado a la presidenta hacer referencia a este tema. Nos preguntamos ¿a qué se debe? Creemos que la respuesta está en que la situación de Italia es delicada. Con delicado no queremos decir que esté cerca de la hecatombe, pero si con necesidad de cambios.

Italia no fue el primer país en romper el pacto de estabilidad de presupuestos, siendo Alemania y Francia los primeros en romperlo. Sin embargo, tras la crisis del Covid-19 la deuda pública de Italia sobre el PIB ha ascendido hasta cerca del 150%, situándole el tercero en el ranking de países miembros de la OCDE detrás de Japón y Grecia. El desempleo, aunque este en mínimos, sigue siendo de los más altos de Europa. La participación de las mujeres es la menor de toda la Unión Europea y el porcentaje de jóvenes que no trabaja, estudia o hace algún tipo de formación también es el más alto. Además, la población es la que más rápido está envejeciendo, siendo la segunda en tasa de natalidad más baja de Europa.

En el ámbito de los negocios, tampoco es que sea para echar cohetes. Italia está compuesto principalmente por empresas de tamaño pequeño y pocas empresas grandes. Según el Banco Mundial Italia es el peor de los países de Europa Occidental en cuanto a facilidad de hacer negocios.

El crecimiento PIB per cápita en este país ha sido cercano al 0% desde principios de los 2000, España le superó en esta ratio recientemente. Cuando Europa ha tenido años de bonanza Italia ha ido por detrás y cuando han venido crisis Italia ha caído más que la media. El señor Draghi comenzó una tarea muy necesitada en Italia de acelerar el crecimiento de su país, ahora Meloni necesita hacer la misma tarea. Necesita hacer las reformas legislativas pertinentes para favorecer la creación de negocios. La productividad de Italia está en decadencia y hay que promover la competitividad. Tras la pandemia, Italia fue el mayor beneficiado del fondo de recuperación de la Unión Europea, teniendo 200bn€ para gastar hasta 2026. Sin embargo, las ineficiencias de sus sistemas están provocando que no se estén llegando a los plazos establecidos de gastos, yendo significativamente por detrás (como podemos ver en el anterior gráfico). Una parte del plan actual del gobierno es gastar 25bn€ en vías de tren, 15bn€ en centros de salud y 4,3 bn€ en otros proyectos urbanísticos. Sin embargo, la mayoría de dinero se redirigirá a los municipios donde podrán tener la discrecionalidad de escoger donde lo invierten. A modo de ejemplo, un alcalde ha decidió crear un centro de acogida de perros y gatos callejeros energéticamente eficiente. Se les ha dado la oportunidad de crecer y es dudosa su capacidad de usarla, tanto por la incapacidad de gastarla, como por la dudosa efectividad y posibilidad de crear crecimiento futuro a través de sus gastos. La Unión Europea estableció unos plazos de gasto, hoy mismo vencía uno de ellos y el gobierno italiano ha tenido que renegociar para retrasar el plazo de gasto y así abrir la siguiente trancha de pagos.

El BCE está llevando a cabo una política de Quantitative Tightening reduciendo sus programas de recompras (APP y PEPP) y la financiación a bancos a través de TLTROs.  Esta semana ha vencido una parte muy importante de los TLTROs (508.000 millones de €) y los bancos europeos no han experimentado una dificultad muy elevada en repagarlos. Como podemos ver en los siguientes gráficos, dentro de los países de la Unión Europea, Italia tiene los bancos con mayores dificultades para devolver el dinero. Los tres principales bancos italianos no han corrido ninguna dificultad en hacer los pagos, el problema viene por los bancos pequeños en los que estamos más cautos a la hora de invertir. Los bancos pueden buscar alternativa a la financiación de los TLTROs a través de los MROs (1 mes) y de los LTROs (3 meses), siendo conscientes que a los tipos actuales estas dos opciones son bastante más caras.

Creemos que es posible que veamos una ampliación de spreads en Italia, no vemos un escenario similar a la crisis de deuda de la periferia, pero sí que nos darán posibilidades de compra. Italia siempre será un país atractivo y querido por el turismo tanto por su gastronomía, como por su arte y arquitectura y siendo el turismo un 13,6% del PIB le da cierta estabilidad a su PIB. Además, siendo un miembro de la Unión Europea se le exigirán cambios a futuro y mejoras en sus eficiencias y crecimiento. A modo de ejemplo, Grecia, la gran penalizada de la Crisis Financiera, después de un millar de reformas y reducción de deuda, las agencias de rating están planteándose devolverle el Grado de Inversión este verano.

Meloni es consciente de todos los problemas a los que se enfrenta Italia y de la dependencia que tiene de la Unión Europea. Por esta razón, aun siendo Euroesceptica desde que ha llegado al poder no ha hecho comentarios al respecto y ha nombrado a Giancarlo Giordetti, con experiencia en las batallas de déficit fiscal, responsable de finanzas y a Antonio Tajani, antiguo comisario del Parlamento Europeo, ministro de exterior. Meloni necesita que el efectivo del programa de recuperación de la pandemia siga fluyendo por lo que necesita a Europa de su lado.